1. Mi primera vez anal


    Fecha: 13/04/2019, Categorías: Anal Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Hace más de dos años conocí a Derek: un chico alto, fornido, de cabello largo y ondulado quien además de parecer un puto artista de cine, tiene los ojos verdes más hermosos que he visto en toda mi existencia. Nos conocimos en un grupo de Facebook relacionado con Harry Potter gracias a que una amiga mía publicó dos boletos para ir al cine a ver la más reciente producción cinematográfica, Derek colocó un comentario invitándole las palomitas y la amiga metiche (yo) terminó con la solicitud de amistad del tipo guapo de Monterrey, Nuevo León.
    
    Para quienes no sepan: Saltillo Coahuila, mi ciudad, está a una o dos horas en carro de Monterrey por lo que no es raro que haya parejas entre ambas ciudades. Derek y yo comenzamos como exraños por un gusto por la magia en común. En aquel tiempo yo tenía 22 años de edad, un novio llamado Kevin David y mi negocio estable pero el Fénix de ojos verdes (como suelo llamarlo aún) entró a mi vida cuando menos lo esperaba, se encargó de que fracasara mi relación con el tipo anterior gracias a su buena labia y que en realidad parecía el príncipe azul que todas soñamos.
    
    Quizá en otro momento les describa el primer encuentro entre nosotros ya que, aunque ambos tenemos experiencia de sobra, temblábamos como colegiales pubertos en aquel cuarto del hotel cercano a la central de autobuses... Qué nostalgia. Pero hoy me adelantaré un poco en el orden cronológico de ese drama sexual:
    
    En enero de 2017 Derek vino por primera vez en su vida a mi ciudad. Yo rentaba un departamento en el pleno centro de la ciudad: calle Obregón frente a una iglesia llamada San José; el primer día del año lo recibí con los brazos abiertos, cinco días atrás me había propuesto matrimonio y sería una oportunidad perfecta para definir si nos casaríamos en mi natal ranchito o en su enorme ciudad de Monterrey, Nuevo León. Aquella tarde comimos en la calle Victoria y tras llegar a casa y arreglar algunos de mis negocios subimos a mi pieza para mi parte favorita: hacer el amor.
    
    Carlos Alberto Derek era un hombre que sabe tratar muy bien a una mujer. Me besaba exactamente en cada punto débil de mi cuerpo, como mis pezones, mi cuello y toda la espalda, solía masajear mis nalgas y apretarlas hasta hacerme dar un brinquito de dolor para satisfacer ambos deseos y jalaba suavemente mi cabello a manera de sazón de un buen orgasmo. Esa tarde todo fue diferente.
    
    Con sus grandes y peludas manos comenzó a introducir sus dedos a mi vagina; del grosor de su anatomía sólo me cabían dos, además de que siempre he sido muy estrechita; jamás me he callado un gemido así que comencé a gritar como una nena virgen y eso le volvía loco. De a poco noté como mis jugos vaginales corrían por su blanca piel, cerré los ojos un segundo pero sentí algo completamente diferente: su meñique en mi ano. Dí un pequeño brinco de sorpresa porque antes de Derek yo cuidaba demasiado mi virginidad anal pero sabía que con su experiencia, sería difícil pasar por alto una acto así; me daba ...
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