Grande, ande o no ande - Relatos Eróticos

Grande, ande o no ande

... La tumbaron en la cama y el del pollón se lo metió hasta dentro. Ella se tuvo que acomodar para admitirlo entero en su vagina. El otro se la metió en la boca y aunque también tenía una buena polla, no era lo mismo. Sobre por el grosor.

Cambiaron de posición y el que la estaba follando se tumbo en la cama y se la sentó encima, volviendo a penetrarla. El otro le puso la polla en la entrada trasera y la metió sin miramientos. Nora, ensartada por las dos pollas, no dejaba de gemir.

El primer orgasmo le vino enseguida, demasiado pronto. El segundo tardó bastante más en llegarle. Cuando lo hizo estalló en alaridos, como si la estuvieran matando. Los dos se miraron y les tranquilice, era su forma habitual de disfrutar de un buen orgasmo.

Ambos se le sacaron y se la pusieron en la cara. Tomó al que la tenía menos grande y se la chupó hasta que le hizo correrse, luego escupió el semen. La del otro no fue capaz de metérsela en la boca. Se limitó a pasarle la lengua por el capullo mientras él se masturbaba, hasta que se corrió en sus pechos.

Ambos habían cumplido sobradamente con su cometido. Sabía que Nora se había quedado con las ganas de tragarse una buena ración de semen, pero hay que ser prudentes y más con desconocidos. Es más, según salieron por la puerta, se fue al baño a enjuagarse la boca.

Era mi momento. Tenía la polla a reventar después de haber estado todo el tiempo tocándomela y viendo cómo se follaban a mi mujer. Nada más salir se arrodillo delante de mí y me levanté para estar más cómodo. Se la metió en la boca y se la follé golpeando la garganta, como a ella le gusta.

En el momento de correrme le presioné la cabeza contra mi y le solté todo lo que ella esperaba. Lo saboreó y lo tragó. Me besó y agradeció su regalo de cumpleaños. Nos acostamos, apagamos la luz y nos dormimos.