Cruce de Historias VII - Relatos Eróticos

Cruce de Historias VII

... con la misma ilusión, las mismas ganas y la libido otra vez por las nubes, esta vez potenciada por la decisión que han tomado de ser padres.

El sexo bueno y excitante ha crecido exponencialmente en placer desde que no usan medios anticonceptivos. El momento del orgasmo, sin trabas ni barreras, adquiere un nuevo punto de goce, más aún cuando saben lo que hay detrás y lo que viene: algo que les hace mucha ilusión, algo que nace de todo el amor que se tienen y que, al mezclarlo con la pasión y el sexo, forman un cóctel explosivo que los deja exhaustos detrás de cada combate sexual porque en eso, en un combate, es en lo que parecen haberse convertido sus encuentros. Una sucesión de placeres que se dan el uno al otro, un toma y daca por ver quién queda por encima a la hora de dejar roto de gusto y exhausto al contrario. Y como sucede con todo aquello que hacemos con convicción y deseo, la práctica continuada agudiza los sentidos y afina el cuerpo consiguiendo que la melodía suene cada vez más intensa. Cada uno se retroalimenta del otro y cada encuentro se apoya en el anterior como si lo retomaran por donde lo habían dejado, procurándose una cadena continuada de orgasmos a cual más fuerte.

También han perdido la poca vergüenza que pudiera quedar aún entre ambos y rotos todos los diques y convencionalismos, practican el sexo en todas sus variantes, desde el más tierno hasta el más sucio. Y así recorren y descubren nuevas posturas, nuevas situaciones dentro y fuera de casa que excitan su libido al exponerse o al inventar experiencias morbosas, al sexo oral, separado o mutuo a la vez, bebiéndose todo lo que emana de sus sexos sin ningún asco ni reparo, simplemente volcándose en el gusto de su pareja. Sexo vaginal, anal, penetraciones a la vez con el miembro y los dedos en ambos orificios, todo un repertorio en suma que parece no tener fin.

La única condición que pone Charo es que, al menos en cada encuentro, se corra como mínimo una vez en su vagina. El anhelo de ser madre, de quedar preñada del hombre al que ama la enciende y con ella, también se quema su esposo, loco de deseo. Eso Damián no lo cambia por ningún ascenso ni ningún complemento salarial. Como dice la publicidad, algunas cosas no tienen precio.

En fin, el informático decide espabilarse que parece que está otra vez en la época de novio, todos los días pensando y dándole vueltas a su chica. Toma el teléfono particular y hace la llamada también al teléfono privado de su amigo, en el cuartel de Viana del Monte.