1. El lector (parte 1)


    Fecha: 03/04/2019, Categorías: Sexo Oral Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos

    ... algo que aceptara su mujer, sería un gran momento. Rápidamente, entendió que jugábamos en el mismo equipo. Si en un momento se hubiera imaginado tener a dos perritas jadeando de placer bajo sus latigazos, se dio cuenta de que lo que me excitaba era más bien la idea de participar en los cuidados especiales que le regalaba a su mujer. De allí brotaron en nuestras mentes una cantidad de imágenes obscenas del potencial trio que formaríamos. Con gusto y lentamente, yo le hubiera retirado el plug a su puta, animándola con una alternancia de cachetadas y caricias en su culo. Cumpliendo con sus deseos de castigo anal, lo hubiera reemplazado por el sexo duro y contundente de Alejandro, guiándolo en el agujero entreabierto. De ahí, y después de haberlos besado cada uno, probando sucesivamente lo suave de sus lenguas, me hubiera instalado a la altura de la boca de su mujer para que me lamiera. Sí, definitivamente, teníamos harto potencial.
    
    Las cosas se descontrolaron a inicios de septiembre. Empezamos a intercambiar fotos de nuestros cuerpos, de nuestras caras y, finalmente, de algunas sesiones de masturbación que teníamos en nuestras oficinas respectivas.
    
    Se volvió necesario conocernos. Y era evidente que no íbamos a pararnos en compartir un vino.
    
    El día había llegado. Estaba tan febril que las dos horas de ejercicio que me había infligido no me habían quitado nada de la excitación que me provocaba la perspectiva del encuentro. Bajo el chorro de agua de las duchas del gimnasio, no pude evitar tener un momento de duda. Y ¿si al final no nos gustáramos? ¿Si no consiguiéramos conversar? ¿Si desapareciera el deseo? ¿Si no viniera? Me jaboneaba concienzudamente. Por otro lado, sentía que habíamos ido demasiado lejos a distancia para que no pueda confiar en mi instinto de que, al conocernos, iba a ser explosivo. Mientras me arreglaba el cabello frente al inmenso espejo de los vestuarios de damas, recibí un mensaje suyo. Por fin. Un puñetazo invisible me golpeó el pecho, redoblando mi febrilidad. Sí, iba a ir a la cita.
    
    Me había sentado de espalda a la entrada del bar, a propósito, no lo quería ver llegar para quedarme con el gusto de la sorpresa de descubrirlo, en el último momento, cuando justo estuviera a mi lado. Me di la vuelta cuando sentí una mano tímida en mi hombro. Se sentó frente a mí. Tenía los ojos húmedos, sus manos, como las mías, temblaban. No sé si fue él o yo, pero nos las agarramos. Nos faltaba la respiración. Le dije de relajarse, que todo estaba bien, tratando también de convencerme a mí misma, y esforzándome para tener una voz tranquila. Creo que, en este momento, cualquier duda se había desvanecido, el solo hecho de mirarnos a los ojos había confirmado lo que presentíamos. Pedimos unas copas de vino después de haber probado varias botellas que se empeñó en presentarnos una amable camarera. Estábamos hirviendo. Contenía las ganas de tocarlo y de besarlo, nunca me había atraído así un hombre que viera por primera vez. Conversamos ...