1. El lector (parte 1)


    Fecha: 03/04/2019, Categorías: Sexo Oral Autor: Bellota D I, Fuente: CuentoRelatos

    No me había escrito de todo el día, ni siquiera sabía si había llegado bien a la capital. Habíamos quedado en encontrarnos a las 8 de la noche en un bar, entre su hotel y mi casa. Estaba muy estresada, pero tampoco me atrevía a mandarle un mensaje. En un momento había pensado que tal vez se trataba de un juego suyo para dejar subir la espera de la noche, quedándonos sin noticias el uno del otro durante este interminable día.
    
    Saliendo del trabajo, fui al gimnasio para tratar de calmar mis nervios y deshacerme de la idea naciente de que, finalmente, estos dos meses de correos intercambiados eran pura fantasía y que no, nunca iba a venir. Una buena y merecida estafa, para que aprendas que no puedes tener todo lo que deseas, Sandra.
    
    Alejandro leía mis relatos desde hacía tiempo. Me había mandado un breve correo hacía un par de meses para comentarme que algunas escenas le habían puesto bien cachondo. Lo había agradecido, como lo suelo hacer con los lectores que se dan la pena de escribirme para regalarme este tipo de halagos. Unas horas después, leía su respuesta, provocadora. Me decía que era “una buena zorra”. Sentada en el sofá del salón de mis suegros, me molesté, lo recibí como un insulto. Mis cuentos contaban hazañas sexuales, reales o fantaseadas y a menudo épicas, y claro, yo era una mujer que disfrutaba del sexo, pero no le daba permiso para tratarme así. Mi irritación dejó sin embargo un espacio para la curiosidad. Le pregunté cuántos años tenía y donde vivía. Cuarentón, con vida de familia en provincia, un trabajo con responsabilidades, deportista. La clásica. Un correo más y estaba enganchada.
    
    Me gustaba su forma de escribir. Alejandro era rápido y su mente afilada. Me comentó que tenía una vida sexual más que placentera y rica con su pareja. Llevaban más de veinte años juntos y nunca había tenido experiencias sexuales con otras personas. Cuando empezó a contarme lo que habían desarrollado, me quedé tan admirativa como excitada. Él era un dominador, ella su perra. Alejandro se dedicaba a complacer todas las fantasías de sumisión y de humillación de su mujer, con mucha imaginación y usando una amplia gama de dildos, cuerdas, látigos y otros objetos de diversión para adultos. Me calentaba lo que me contaba de sus aficiones, siendo siempre generoso en detalles. Varias veces me masturbé imaginándolos. Ella, atada en cuatro patas a alguna mesa baja, babeando en la verga que su pareja le clavada hasta la garganta, sus pezones presos de un par de pinzas de metal y su culo ocupado por un plug brillante. Nuestros correos eran totalmente desacomplejados, ya nos habíamos dado cuenta de que éramos un par de morbosos y nos encantaba exhibirnos el uno al otro por escrito.
    
    Un día me atreví a decirle que me encantaría satisfacer mi lado voyerista y tener la ocasión de asistir, como espectadora, a una de sus sesiones de dominación. Me imagino que la idea lo volvió inmediatamente arrecho. Me comentó que nunca lo había pensado, pero que, si fuera ...
«1234»