1. Desde aquella noche cambió mi vida


    Fecha: 29/10/2019, Categorías: Incesto Autor: siremis, Fuente: CuentoRelatos

    Era aproximadamente la 1 de la noche, hace como 8 meses, yo no podía dormir, así que decidí esperar a que llegaran mi madre y mi hermana para darles su buen regaño. Cuando este par de mujeres se dignó en aparecer, vinieron abrazadas, desorganizadas, algo ebrias y muy risueñas. Sus risotadas se escucharon desde antes de que abrieran la puerta de la casa.
    
    Yo estaba enojado, ya que un amigo me llamó al celular a decirme que las había visto en una discoteca, a juntas, siendo manoseadas de lo lindo por algunos cuantos sujetos.
    
    Yo: ¡Bonitas horas de llegar las damas! ¿No?
    
    Mi madre y mi hermana, sin hacerme caso, reían eufóricamente mientras hablaban sobre unos hombres.
    
    Mamá: ¡Marce! ¿¡Si le viste el bulto tan tremendo que tenía el socio del Esteban?
    
    Marcela: ¡Uff! ¡Mami! ¡Lástima que ese viejito se fue tan rápido de la fiesta con la puta de la Andrea! ¡Ese man tiene mucho dinero! ¡Yo se lo mamaría con tal de que me compartiera alguito de su fortuna!
    
    Mamá: ¡Claro Marcela! ¡Yo también se lo mamaría a ese cuchito! ¡Hasta le daría cuquita!
    
    Marcela: ¡Y yo culito!
    
    Mamá: ¡Toca caerle a ese viejo y enredarlo con nuestros encantos femeninos antes de que le suelte su fortuna a esa imbécil de la Andrea que es bien puta!
    
    Yo estaba lleno de ira, mi madre y mi hermana siempre se tuvieron mucha confianza entre ellas, es más, las dos eran unas compinches inseparables, se alcahueteaban entre ellas y se tapaban cosas. Mi madre le ponía mucho los cachos a papá con diferentes hombres, esto lo ha estado haciendo desde hace tiempos, incitada y animada por mi hermana, y mi hermana metía sujetos a su cuarto para tener sexo con la complacencia de mamá. Decían ser una madre y una hija modernas.
    
    La verdad es que Marcela siempre había sido la preferida de mamá. Siempre había pensado que mi madre no me quería, pues constantemente le permitía hacer a Marcela lo que quisiera, y a mí me negaba muchas cosas. Todo lo mejor siempre se lo apartaba a ella. Obviamente eso me daba mal genio porque mi hermana era una vulgar puta desjuiciada, y eso lo sabía perfectamente mi mamá, y yo era muy decente, muy buen estudiante y magnifica persona como mi padre.
    
    Mi madre Mónica traía puesta una minifalda de tela de esas que se llaman de vuelo, una blusita blanca transparente donde se le veía el brasier, y más encima, un escote espectacular. Tenía medias veladas y zapatos de tacón alto. Ella es muy atractiva y hermosa, tiene 36 años de edad, es morenita y su cabello es negro y ondulado, sus ojos son negros y grandes, muy expresivos. Ella siempre es muy risueña con todo el mundo menos con mi padre y conmigo. Le da mucha confianza a cuanto hombre ve, incluso a los desconocidos, a quienes atrae haciéndoles sonrisitas.
    
    Mi madre se sentó con las piernas completamente abiertas en un sillón de la sala, frente al sofá donde yo estaba sentado leyendo mi biblia. Su faldita estaba muy subida. Yo apenado aparté mi vista y le dije:
    
    Yo: ¡Mamá!... ¡No me gustan esos ...
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