1. Sesión de fotografía


    Fecha: 02/04/2019, Categorías: Confesiones Autor: El Escriba, Fuente: TodoRelatos

    ... por salir de su encierro.
    
    Ese fue el detonante para que mi verga también pugnara por salir. Debía de parecer un profesional, y traté de disimular mi erección, continuando con las fotografías como si no pasara nada. Pero ella es muy inteligente, y se percibió de ello.
    
    Podía sentir como su mirada encendía cada vez más mi cuerpo y mi deseo por ella. En alguna fotografía se agachó tanto, que parecía que sus preciosas tetas saltarían por encima del sujetador...
    
    A continuación se quitó las botas y el pantalón. Estaba en ropa interior. Un precioso conjunto blanco, formado por el sujetador y un culotte, también semitransparente.
    
    Volvió a cambiar de postura varias veces, yo no volví a decirle nada. Mi mirada y mi erección, lo decían todo. Ya no había forma de disimular mi excitación, el bulto en mi entrepierna era más que evidente. Y las terribles ganas de echarme mano a él, también.
    
    Mi musa continuó cambiando de postura, a cual más sugerente, más excitante, sin dejar de mirar a la cámara, sin dejar de mirarme a mi...
    
    Giraba sobre sí misma, tan pronto me ofrecía su delicioso culo, como su cálido coño, cuyo abultamiento era visible bajo el suave y fino tejido del culotte.
    
    Su pelo, caía provocador sobre sus hombros, o bien ella misma lo echaba todo sobre un lado u otro, en el más puro estilo seductor que podía adoptar.
    
    La sesión debía de haber acabado ahí. Ella siempre me dijo que quería fotos sugerente, subidas de tono, pero sin enseñar nada. Pero, sin decir nada, me miró los ojos propios de una joven hembra que quiere cautivar a su macho maduro, y retiró su sostén. Lo lanzó contra mi cuerpo, no fui capaz de cogerlo, estaba ensimismado contemplando sus delicados pechos, sus erectos pezones, la suave piel de su cuerpo.
    
    Seguí haciendo fotos mientras ella seguía cambiando de postura, mientras seguía ofreciendo las mejores perspectivas de su cuerpo, dejando que su cabello cayera de forma sugerente por cada lado de su pecho, en un infantil intento de ocultar sus pezones.
    
    Auna una mezcla perfecta de morbo, picardía, madurez y juventud casi aniñada. Me estaba volviendo loco. Sin ser consciente de lo que hacía, acabé sintiendo mi mano izquierda agarrado a mi verga, la cual había adquirido un tamaño y dureza considerables.
    
    Mi musa, la princesa de mil historias y relatos, me miró con la mirada caliente y pícara que sólo ella es capaz. Se apoyó en el sofá que había en la buhardilla, de espaldas a mi, moviendo su culo a un lado y otro, arriba y abajo. Era un movimiento insinuante, cautivador. Un movimiento con el que mi cuerpo ardía cada vez más.
    
    No pude resistir la tentación. Desabroché mi pantalón, y lo dejé caer al suelo, junto con mi boxer, dejando bien visible la erección que me estaba provocando, también yo debía mostrarla que su forma de actuar conmigo, tenía consecuencias, aunque estaba seguro de que ella bien lo sabía.
    
    Tras abrir y cerrar sus propias nalgas con las manos, y de propinarse a sí misma un par de sonoros ...