1. Mi pequeña sobrina y yo (Parte 1)


    Fecha: 23/10/2019, Categorías: Incesto Autor: Anonimo, Fuente: SexoSinTabues30

    Mi relación con Carmina empezó a sus 4 años, la conocí cuando recién me casé y en seguida congeniamos. Siempre ha sido muy «encimosa» le gusta abrazar, brincar sobre ti, platicar y jugar mucho, es verdaderamente muy tierna.
    
    Tres años después de conocernos, estuve en problemas económicos, así que opté por iniciar a dar clase particulares de matemáticas, alemán, historia, etc. Y su madre, al tenerme confianza y ver que realmente le iba mal en matemáticas me pidió ayudara a su pequeña y con gusto acepté.
    
    He de decir que si bien no tengo preferencia por niñas pequeñas, sí hay una que otra vez que las piernas bajo las faldas de niñas de primaria me roban la mirada o «tik toks» de pequeñas haciendo esos bailes ridículos en licras, mallones o faldas ajustadas me ponen «duro». Así que puedo decir que no busco la oportunidad pero de aparecer no la desaprovecharía.
    
    El fin, a mis 24 años empecé a darle clase a Carmina. Con 7 años, ella tenía un cuerpo promedio de cualquier niña, muy delgada, piernas largas, nalguitas pequeñas y redonditas y unos pechos casi inexistentes; siempre ha tenido su cabello corto, hasta los hombros, agarrado con una pequeña coleta hacía atrás y con lentes con un aumento tan mínimo que parece que no tienen cristal y deja ver sus ojos color miel oscuro.
    
    Sus clases eran de una hora y sus papás me dejaban la casa sola pues aprovechaban para salir y «darse un respiro», ya que Carmina es un verdadero tornado, tiene mucha energía, habla mucho, siempre quiere jugar y brincar, algo que nunca me molestó pero era algo difícil para hacer mi trabajo, entonces tenía que inventar actividades que usaran su energía y a la vez, aprendiera las multiplicaciones. Una de ellas la nombramos «el brinco de la ranita» en el cuál, pinté con gis en su patio una serie de resultados de tablas de multiplicar y según la multiplicación, tenía que dar un salto sobre él.
    
    Cabe aclarar que a pesar de que a veces se sentaba en mis piernas o me abrazaba mucho y su pequeño busto sin desarrollar rosaba mi pene sobre el pantalón, jamás había tenido interés por algo con ella, sin embargo, algo apareció en ese juego, viendo sus saltos largos para su edad, ver cómo la falda escolar de primaria se levantaba y dejaba a mi vista sus piernas delgadas, sus bragas de niña, coloridas y en una u otra caída, su pequeñas nalguitas pálidas me empezó nació una erección que ella no notó por estar jugando y yo dejé pasar sin mucha importancia, por el hecho que dije, no busco niñas pero un vistazo así nunca me cae mal.
    
    Pero, todo cambió un día en el que llovía y no pudimos salir a realizar nuestros juegos lúdicos habituales, así que tuvimos que tomar una clase «aburrida» dentro de su casa:
    
    -Yo quería salir a jugar los brincos de ranita!
    
    Me dijo con una voz tan tierna y triste que me dió pena no poder consentirla.
    
    -Ya sé pequeña pero hoy llueve y te vas a enfermar, además está haciendo frío y no quiero que tus papás me cobren tu ida al doctor si te ...
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