1. Descubriendo el sexo con mi hermana


    Fecha: 12/03/2019, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    El verano es mi época favorita del año. No sólo porque se aparcan las clases unos meses y se pasa a tener más tiempo libre, sino porque el verano es la época propicia para regalarse la vista. Las mujeres van con menos ropa y las transparencias despiertan la imaginación. En verano, además, vamos a pasar mes y medio o dos meses a una casa que tenemos en el pueblo de mis padres. Tiene un pequeño huerto, piscina, y un cobertizo muy interesante por el que mi familia procura no acercarse.
    
    A mi hermana y a mí nos prohibieron entrar desde bien pequeños, pero cuando me decidí a vencer el miedo, descubrí que podía ser un escondite genial. Allí me hice mis primeras pajas. Resulta que el sitio servía de almacén para mi abuelo y mi tío, aunque hacía años que ellos no pasaban por allí, y un día, jugando, descubrí unas cajas de cartón llenas de revistas porno. Las saqué de la caja lleno de curiosidad y noté cómo en seguida se me ponía la polla dura como una piedra. Eché mano a mi entrepierna mientras ojeaba las revistas, algunas acartonadas y arrugadas, pero con unas tías espectaculares. Aunque eran de los años setenta y en esa época se estilaban los chochos peludos, que no me gustaban especialmente, no podía dejar de imaginarme que mi tierna polla era la que los embestía, y no el cimbrel de los tipos que se las follaban en las imágenes.
    
    Al cabo de unos minutos, mi semen acompañaba al de mis familiares sobre el papel couché. Así estuve durante muchos veranos, cascándomela como un mono por las tardes, cuando todos se echaban la siesta. Yo me escapaba al cobertizo y sudaba por el calor acumulado en aquel trastero con techo de uralita y por la excitación de las revistas.
    
    Cuando mi adolescencia fue avanzando, descubrí otra cosa de mi sexualidad: no sólo me gustaba un buen coño o una tía con buenas tetas, sino que al eyacular sobre el semen seco de las páginas, imaginaba que otro tío —un amigo del colegio o del equipo de fútbol, o un desconocido— estaba allí conmigo, masturbándose también, y eso me empezó a excitar mucho.
    
    De hecho, antes de ese último verano, ya había hecho mis pinitos con algún tío. Aunque me siguen gustando más las tías que otra cosa, alguna polla me he comido con su buena ración de semen por el mero hecho de experimentar.
    
    Sin embargo, y a lo que vamos, es el hecho de que ese verano yo tenía una fantasía. Y no era otra que tirarme a mi hermana. Tenía un par de años más que yo, y, aunque no tenía un cuerpo muy allá, sus tetas eran de otro mundo. Enormes, con los pezones grandes y rosados. En casa me había masturbado innumerables veces con sus bragas usadas: las cogía del cesto de la ropa sucia que había en el cuarto de baño que compartíamos, las olía, las lamía y luego me las llevaba a mi habitación. Allí, de noche y bajo las sábanas, me envolvía la polla con sus bragas y me masturbaba imaginando de qué manera se masturbaba ella, porque si algo tenía claro con su ropa interior sucia era que ella también se tocaba. Y mucho, a juzgar ...
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