1. Vecinos (tercera parte)


    Fecha: 01/10/2019, Categorías: Infidelidad Autor: rodmaseta, Fuente: SexoSinTabues30

    Seguía pensando en ella. A cada rato. Casi inmediatamente había caído en la cuenta de que lo que había hecho estuvo muy mal, que había sido muy violento con ella, que no se merecía ese maltrato. Sin embargo, cuando se la había cruzado, no había podido hablar con ella, porque siempre había alguien más: los padres de ella, la mujer de él, otros vecinos, el novio de ella.
    
    Ya habían pasado cinco días desde aquella vez que cogieron en su departamento y surgió otra oportunidad para cruzarse: otro partido de la Selección, otra reunión a la que se sumaban varios vecinos. Pero esa oportunidad era también un riesgo: iba a haber demasiada gente.
    
    Cuando llegó con su mujer, preguntó por ella, pero el padre explicó que ella se sentía mal, con dolor de cabeza, y que había preferido quedarse en su cuarto descansando. Con desilusión y hasta angustia, se sentó junto a los demás para ver el partido. De repente, su celular vibró. Era un mensaje de Whatsapp, de un número que no tenía agendado.
    
    —“¿No vas a venir a pedirme disculpas como corresponde?”-decía el mensaje.
    
    —“¿Quién sos?”-contestó.
    
    —“Vos sabés quien soy”-fue la respuesta. Y era cierto. Sabía quién era.
    
    —“No puedo ir”.
    
    —“Si querés, podés”-Y era cierto. Solo se tomó unos segundos para pensarlo.
    
    —“Ya voy”.
    
    Le susurró al oído a su mujer que no se sentía muy bien y que tenía que ir al baño. Ella asintió sin prestarle mucha atención, mientras seguía mirando el partido. Se levantó y caminó hasta el cuarto de ella. Abrió la puerta silenciosamente, vigilando que nadie notara sus movimientos, entró y cerró rápidamente. Se vio vuelta y ahí la vio.
    
    Estaba recostada en su cama y solo tenía puesto una tanga muy finita y un top corto que apenas si le cubría las tetas, sin corpiño. Se había corrido la tanga y se estaba masturbando suavemente con un consolador de silicona. Él estaba a un par de metros, pero aún así podía ver claramente sus pezones completamente erectos y los labios de su concha totalmente mojados, brillosos y abiertos por el consolador. Se quedó con la boca ligeramente abierta, la garganta seca, paralizado.
    
    —Vení a disculparte -dijo ella, gimiendo.
    
    —No puedo, están todos ahí…-intentó negarse él, aunque débilmente.
    
    —Si querés que te perdone, vení acá ahora mismo.
    
    Él obedeció al instante y se acercó hasta la cama, sentándose a un costado de ella, que seguía tocándose. No hicieron falta palabras: la mano de él fue primero hacia una pierna de ella, acariciándola suavemente. Luego fue hacia el consolador y se juntó con la de ella, acompañando el movimiento unos segundos, hasta que ella lo soltó y él siguió solo, metiéndolo cada vez más adentro.
    
    —Así, papi, así-gimió ella, ahora tocándose ambas tetas con sus manos.
    
    —¿Te gusta, bebé? -preguntó él, cada vez más caliente con lo que estaba pasando.
    
    —Me encanta, me encanta-contestó ella entre gemidos. Estiró una de sus manos hasta la entrepierna de él y empezó a tocarle la pija, notando lo dura que estaba.
    
    —Ay sí, ...
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