1. Voyeur, el placer de espiar 37


    Fecha: 30/09/2019, Categorías: Voyerismo Autor: Paco, Fuente: TodoRelatos

    ... momento estaba metiéndose más de la mitad en la boca, mamándomela, haciéndome disfrutar. Me iba a correr, le pregunté donde lo quería, "en la boca mi amor, soy tuya, en la boca" mi deseo de poseerla hizo que mi eyaculación fuera copiosa por más que quiso no pudo tragar todo, manchando mis huevos y mi pubis, Elisa se encargó de recoger con su lengua todo lo que no pudo tragar. Se tumbó junto a mi, buscando mi caricia, mi calor, mi amor.
    
    Acaricie todo su cuerpo y la masturbé, introduciendo dos dedos en su rico coñito, estaba muy lubricada, no tendría problemas en follarla. Me puse entre sus piernas, y comencé a besar su boca su cuello sus pezones, aproximando mi sexo al suyo, posando mi glande en la entrada de su vagina, ella lo deseaba, levantó sus caderas y mi glande desapareció, había sido engullido por su deseosa vagina, poco a poco fui metiendo mi polla en su coñito, suavemente, hacía tres meses que no follaba.
    
    Cuando estuvo encajada entera fue ella la que movió sus caderas buscando placer, a partir de ahí fue mía, la folle haciendo el misionero con embestidas suaves mientras besaba sus labios, tras lo cual me puse de rodillas y ladeé su cuerpo levantándole una pierna, las penetraciones eran más profundas en esa postura, ella abría la boca buscando aire, su respiración se entrecortaba, sus gemidos se escuchaba en todo el piso, aceleré mis movimientos, chillaba de placer, no pudo contenerse, se corrió como nunca la había visto, su cuerpo temblaba de placer, cambiamos de posturas varias veces, dándole un par de orgasmos más, antes de que yo me corriera follándome sus tetazas, bien juntas, bien rellenas de verga, tenía ganas de disfrutarlas, (con Mary era difícil hacerlo y con Encarna imposible, aunque a ambas le habían crecido bastante los pechos durante el embarazo) Volvió a recibir la lefada con su boca bien abierta, tragando con gula hasta la última gota de semen.
    
    Se quedó dormida sobre mi pecho, diciéndome cuánto me quería, mientras yo acariciaba su cara, su pelo y besaba su frente, estaba claro, nadie le había hecho el amor como yo sé lo hice esa noche, Elisa era mía y de Encarna, así era entonces y así es en el día que estoy escribiendo estás líneas, tuvimos suerte los tres al encontrarnos, de la manera más inusual, pero en esto del amor, no manda otra cosa que los sentimientos, y ella era de sentimientos puros, se había enamorado de nosotros y nosotros de ella. 
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