1. Voyeur, el placer de espiar 37


    Fecha: 30/09/2019, Categorías: Voyerismo Autor: Paco, Fuente: TodoRelatos

    El embarazo llegaba a su fin, teníamos poco margen de maniobras, pasaríamos la cuna a nuestra habitación y compraríamos un dormitorio para Elisa. Desde aquél día ella formó parte activa en nuestra relación, una relación que muchos de nuestros familiares no entendían, (si supieran la relación que nos unía con mi tía y mi hermana fliparían). Solo con el tiempo entendieron esta relación poliamorosa.
    
    La primera en parir fue Mary quién tuvo un niño precioso, por suerte nació con sus rasgos y en poco se parecía al feo de su padre. Una semana después lo hizo Encarna, tuvimos otro niño, también precioso. Nuestro nivel sexual había caído en picado, con mi tía no podía hacer nada, mi mujer tampoco estaba disponible y a Elisa había que darle tiempo, sus huellas físicas iban desapareciendo, pero las psicológicas aún seguía latente en su ser.
    
    Una tarde después de trabajar, me duché y eché mis ropas a lavar, salí de la ducha con la toalla liada en la cintura y la correa del pantalón en la mano para ponerla en uno limpio, Elisa estaba ordenando la ropa del armario, se arrinconó con su espalda a la pared, poniéndose en cuclillas, "no me pegues, por favor, no, no me pegues" me decía mientras ponía sus brazos en su cabeza, protegiéndose, solté la correa y me arrodille frente a ella, "tranquila Elisa, soy Paco, mírame, soy Paco mi amor, yo nunca te voy a hacer daño" separé las manos de su cara y pude ver su miedo, tardó unos segundos en reconocerme, tras hacerlo miró al suelo y lloró, se había orinado encima, la calmé besándola y quitándole importancia a todo lo sucedido.
    
    Poco a poco fuimos retomando la normalidad, Elisa ya sabía y aceptaba nuestros triángulos amorosos, de los cuales ella no participaría. Ana empezó a venir a casa para follar con Encarna, yo era testigo la mayoría de las veces, no me quería perder a las dos dándose placer, la perfección de sus cuerpos, y el regalo que siempre me daba mi mujer, al saborear sus dedos, dulce muy dulce, así era mi hermana.
    
    Elisa se había recuperado por completo de sus heridas físicas y tanto sexo por la casa, provocó que ella se abriera de nuevo al sexo. Pude saborearla en su dormitorio mientras Encarna estaba con Ana. La desnudé poco a poco, la tumbe en la cama, besé y lamí todo su cuerpo, sus bonitos y grandiosos pechos, juegue con ellos, los lamí, magreé y mordí su pezones, besé su labios y los mordí, baje a su entrepierna y le comí el coño, como yo sé hacerlo, levanté su pelvis con mis manos y puse sus piernas en mis hombros, era toda mía, su coñito y su ano estaba bien expuestos para ser lamidos, tenía ganas de Elisa de disfrutarla, de hacerla disfrutar, no tardó mucho en llegar a su orgasmo, un orgasmo más húmedo que en ocasiones anteriores, gimiendo, Llamándome por mi nombre y diciéndome te amo.
    
    Ella me pidió que me tumbara, se arrodilló delante de mi verga y empezó a jugar con su lengua en mi glande, acariciando mis huevos con una mano mientras con la otra agarraba la polla desde la base, en un ...
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