1. Don Genaro


    Fecha: 29/09/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    Cuando tenía alrededor de 12 años, todos los
    
    sábados mi madre me enviaba a comprar después de almuerzo al negocio de la zona, así fue como conocí a don Genaro. Él era el típico borracho que se encuentra en algún pueblo chico del campo chileno y esa vez, llamó mi atención cuando pasaba en bicicleta, ya que nunca había visto uno. Hice mis deberes rápido y cuando mi mamá me dio permiso para salir a jugar, la curiosidad ganó y lo fui a ver.
    
    No lucía como cualquier borracho, a pesar que estaba empolvado, su ropa no se veía vieja y tampoco olía mal. Me acerqué lentamente al árbol donde se recostaba, pensando que estaba durmiendo cuando un “hola niño” interrumpió la quietud. Desde ese día, todos los sábados nos reuníamos y conversábamos de la vida. Así fue como me enteré que estaba casado, tenía hijos y vivía con la familia de su mujer, pero el ambiente familiar no era el mejor y que se sentía ajeno en la casa, por lo que convino con su mujer que llevaría dinero, pero los fines de semana el podría hacer lo que quería, emborracharse para olvidar de cierta forma. De mí supo que vivía con mi madre y abuela, que no tuve padre ya que él nunca quiso reconocerme.
    
    Con el tiempo, nos volvimos amigos y ya con más confianza, le mostré mi guarida secreta, una casa club que había construido bajo un sauce llorón, bien escondido en una zona poco recorrida del sector, donde comenzamos a juntarnos sagradamente los fines de semana, incluso muchas veces él dormía, bebía y pasaba los días ahí. Espacio que nos brindó protección y confianza, haciéndonos muy íntimos, diciéndome que era el hijo que nunca tuvo, que era su angelito.
    
    La intimidad comenzó a cruzar la línea, cuando un día aparecí de improvisto en “la guarida”, pillando a don Gerardo con los pantalones en las canillas y tocándose su miembro sentado en el único sillón que había, fue la primera vez que lo aprecié con otros ojos, como el hombre huaso que era (Huaso se le dice al hombre de campo en Chile). Tenía alrededor de 40 años en esa época, 175 de altura, era algo robusto y su piel morena curtida por el trabajo al sol, era cubierta por un vello oscuro. Tenia ojos pardos y siempre uso bigote, a pesar que se le notaba su barba tupida, siempre se afeitó. En el momento que aparecí, él se asustó tapándose y acomodándose la ropa. Después de eso, me preguntó: “¿alguien te ha hablado de sexo o de los cambios que tiene un hombre?, ¿Sabes lo que estaba haciendo? Por mi cara, claramente entendió que sabía lo básico y nada más. Ofreciéndome la mano para que me acercara, me dice: ¿Angelito, a usted se le pone dura, se le para? Sí, en las mañanas sobre todo, respondí. Don Genaro, de una forma muy paternal me miraba a los ojos y me contaba. Es normal eso, lo que yo estaba haciendo es provocarme placer, su mano toco mi pene por encima del pantalón y me dice, bájese eso que le voy a enseñar. Ya con los pantalones en los pies, su mano comenzó una inspección muy fraternal, del padre que revisa a su hijo para verificar ...
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