1. Derecho de pernada


    Fecha: 27/09/2019, Categorías: No Consentido Autor: Skyla anapiria, Fuente: TodoRelatos

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    La soledad es algo tan subjetivo que puedes tener a alguien abrazándote y besándote y sentirlo a miles de quilómetros por que la conexión se ha roto, por que hay demasiadas heridas abiertas o mal cerradas, porque sabes que no te va a escuchar cuando toques ciertos temas. No deberían haber temas tabús en una pareja. Así que no, vivir en pareja no da la felicidad. Es mentira. Tampoco lo da ir de flor en flor, eso también lo probé. Tener una aventura con el cuidado de no romper la frágil telaraña en qué se ha convertido mi vida. Si, es excitante, verse desde otros ojos. Otros ojos que te miran con deseo y no con cansancio. He llegado a la conclusión que no tiene mérito ser una amante o tener un amante. Es muy fácil lucir maravillosa, esplendida y chispeante una vez a la semana o cuando el trabajo de ambos lo permita. Ese poco tiempo de lujuria y pasión ya es mágico de por si porque es robado a la vida. Es un robo en la vida de ambos, de tiempo, de sentimientos, de pasión. Y es prohibido, la mejor lubricación que existe. Se habla mucho de los conflictos del corazón y el cerebro. Si yo os contara los conflictos entre el corazón y una vulva bien lubricada….
    
    Pero no puedo hablar, las mujeres decentes no hablan. Soy una mujer felizmente casada y no puedo utilizar los términos que acabo de emplear. De hecho, quizás no deba ni conocerlos. Soy un raro espécimen: mujer que sabe leer y escribir en 1401. Mi padre, maestro del pueblo, me enseñaba a escondidas en casa. Y he ido leyendo lo que ha caído en mis manos. Cada vez menos, puesto que mi marido no aprueba mi afición. Parece que hace siglos que me casé. No sé si debí hacerlo, pero leí algunos libros de caballería con algunos pasajes perturbadores que describían sutilmente encuentros carnales pecaminosos que constituían una gran fuente de placer. Era muy joven para entender esas palabras pero algo me decía que la fuente de placer se encontraba en mi propio cuerpo y una dulce presión me indicaba exactamente donde. Tenía curiosidad, no lo niego. Ahora, con los años, el sexo escasea y casi se convirtió, cuando lo hubo, exclusivamente, en fuente de hijos, como manda la iglesia.
    
    Tuve la suerte de casarme con un buen hombre, con el que ya tenía cierta amistad por coincidir en el pueblo. Sabiéndome prometida, quise compartir mis dudas con él a pesar de parecer descarada. Lamentablemente, él tampoco sabía mucho del tema y solo conseguí unas cuantas refriegas que más me alejaron del placer que acercarme a él. Volví a mis lecturas prohibidas… En cuanto se puso fecha de boda, el señor del latifundio me mandó llamar para concretar su derecho de pernada. Algo que, sin duda, era pecado también pero, curiosamente, bendecido por la iglesia. O ignorado, que viene a ser lo mismo. Era consciente que pasar mi primera noche de casada con otro hombre que no fuera mi marido no era algo bueno, de hecho, era humillante, una prueba de vasallaje absurda… y curiosamente, eso despertaba mi punto de placer perturbador. Lo vi ...
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