1. Provocado por mis hermanas


    Fecha: 04/09/2024, Categorías: Incesto Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... y pico cuando regresaron. Las oí por el portazo que dieron al entrar. Desde mi habitación se oye todo lo que sucede en casa, por lo que las estuve escuchando hasta que se acostaron y aquí viene lo “gordo” de la historia.
    
    Casi una hora después todavía no había conseguido dormir cuando se abrió con sigilo la puerta de mi cuarto, no se sabía si era Bea o Ana, pero no encendió la luz. Supuse que querrían asegurarse de que estaba en casa, pero no era así, porque “ella” se metió en mi cama. Yo no sabía cómo actuar por lo que me hice el dormido. Pasaron unos segundos, para mí eternos, en los que no sucedió nada, pero después “ella” empezó a acariciarme, seguí haciéndome el dormido mientras “ella” me tocaba el torso, los brazos, el vientre, hasta meter la mano por de bajo de mis slips y agarrarme la polla, que ya estaba muy crecida. Se escondió bajo la colcha, y comenzó a chupármela, ¡Dios! ¡Era la primera mamada que me hacían en la vida! Yo no sabía qué hacer, qué decir. ¡Una de mis hermanas estaba comiéndome la polla! Era algo prohibido, pero, me estaba gustando tanto… Supuse que “ella” sabría que yo estaba despierto, pero ahora entiendo que jugábamos con el sobreentendido.
    
    No me atreví a tocarla, me dejé hacer. Cada vez chupaba y me pajeaba con mayor intensidad y notaba sus tetas golpeando y rozando mis piernas. Intenté averiguar por ello cual de mis hermanas era. Ana, ya lo dije, tiene los pechos más grandes, pero en la oscuridad y sin poderla tocar me era imposible descubrirla. Llegó un momento que mi excitación era tal que fui a correr, obviamente no podía avisarla, así que descargué mi leche en su boca. Fue la primera vez que emitió algún sonido: jadeaba mientras chupaba y lamía todo lo que salía por mi polla. Nunca había sentido un placer semejante, creo que me corrí como nunca en toda mi vida. Después, “ella” salió de debajo de la colcha, me besó en la oreja con un lametón y abandonó mi cama y mi cuarto tan sigilosamente como había entrado en él.
    
    Como os podréis imaginar me costó dormirme aquella noche volviendo a disfrutar una y otra vez en mi imaginación lo que había sucedido. También pensando quién de mis hermanas se había atrevido a meterse en mi cama, mis deducciones llegaban más hacia mi hermana mayor Bea después del suceso de la tarde, pero no lo podía saber a ciencia cierta.
    
    A la mañana me daba miedo levantarme, me acojonaba enfrentarme a mis hermanas cara a cara desayunando. Al final me atreví aún sabiendo que ambas estaban despiertas andando por la cocina. Cuando entré allí, os puedo asegurar que era como otro día cualquiera, nada fuera de lo normal, así que desayuné igual que como lo hice el día anterior o cualquier otro de mi vida, eso sí, un poco más callado.
    
    El resto del día y de la semana siguiente fue de lo más común, nada extraño entre mis hermanas y yo. Claro que dentro de mí se acrecentaba la curiosidad y algo nuevo que apareció aquel sábado por la noche: el deseo sexual hacia mis hermanas.
    
    El Jueves por la ...
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