1. Regalo imprevisto a mi madura amante


    Fecha: 22/09/2019, Categorías: Sexo con Maduras Autor: vfive5, Fuente: CuentoRelatos

    Esta fantasía está inspirada en los deseos que me induce mantener un encuentro sexual con una mujer de mayor edad que yo, al imaginarlo me surgen inmensos deseos de entregarme sin límites, gozar y sobre todo aprender.
    
    Recientemente me invitaron a la celebración del cincuenta cumpleaños de un viejo amigo. La fiesta se desarrollaría en una bonita finca con alojamiento incluido, en la que pasaríamos todo un fin de semana el grupo de amigos, compañeros de trabajo y familiares del homenajeado que habíamos sido invitados.
    
    Tras el día disfrutando de la fiesta había tenido oportunidad de conocer y saludar a muchos de los invitados e invitadas, y conforme avanzaron las horas fuimos afianzando el grupo, cerrando amistades y disfrutando más acaloradamente de la fiesta.
    
    Aunque en un principio mantuvimos la compostura, poco a poco fuimos liberando comportamientos y entrando en conversaciones más amigables, cercanas y desinhibidas.
    
    Mi situación de soltería me hacía estar especialmente atento a los comportamientos femeninos y a lo largo del día hubo un par de mujeres que me atrajeron especialmente, pero no hubo nada mas que risas, miradas y algo de flirteo sin consecuencias.
    
    Al llegar la noche e irnos distribuyendo por habitaciones el grupo fue perdiendo integrantes, pero no por ello intensidad en su espíritu festivo.
    
    Yo me había fijado especialmente en ti, en tu atractivo de mujer madura. Deduje que eras algo mayor que yo y estarías en torno a cincuenta y cinco años. Tu figura se presentaba no especialmente delgada, pero si adornada con unos enormes pechos y una maravillosa sonrisa y alegría, algo que para mí era triplemente seductor u atractivo.
    
    Cuando te vi caminar hacia las habitaciones, entendí que mi interés por tomar más copas de alcohol había desaparecido y que ahora mi atención debía caminar hacia otro rumbo, justo detrás de tus pasos.
    
    Mientras buscábamos nuestras habitaciones entré intencionadamente en la tuya con la excusa de compararla con la mía. Nos despedimos con un coqueto cruce de miradas y con dos besos tan sonoros como intensos. Ambos queríamos dejar claras las intenciones y dejar abiertas todas las opciones. El recuerdo de nuestra conversación, en la que me habías confesado que tu marido no te comía el coño ni te dejaba chuparle la polla me había disparado las intenciones.
    
    Llegué a mi habitación, me cambié de ropa y, tras armarme de valor, decidí caminar hacia tu alcoba. Habían transcurrido apenas cinco minutos, pero cuando abrí tu puerta te observé aparentemente dormida, plácidamente tendida sobre la cama.
    
    Con mucho agrado pude ver que el calor reinante te había hecho dormir solo con tus braguitas, mi vista se sorprendió gratamente ante tan deliciosa imagen y me decidí a entrar hasta la altura de tu cama, llegando a ti.
    
    Cuando me situé a tu lado, noté tu respiración profunda y relajada. Te miré en silencio, recorrí tu cuerpo desnudo con mis ojos y reparé en tus preciosos pechos, en tus pezones y en tus ...
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