1. Al pie de un alcornoque


    Fecha: 25/07/2024, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... cuerpo.
    
    Cuando noté que corría peligro de eyacular, aparté su mano, me giré hacia ella buscando su boca. Nos fundimos en un profundo beso y nuestras lenguas se entrelazaban la una con la otra mientras con las manos recorríamos ansiosos nuestros cuerpos palpando nuestra febril pasión.
    
    La empujé suavemente hasta que quedó recostada sobre el tronco del alcornoque, sin dejar de besarnos. Yo desabroché su blusa y sus sujetadores, dejando los pechos libres al aire. Ella desabrochó mi cinturón y bajó la cremallera de mi pantalón, de un tirón me los bajo junto con el bóxer hasta que cayeron sobre mis tobillos. De nuevo, se apoderó de mi miembro, erecto y duro con el alcornoque que nos cobijaba.
    
    Metí las manos debajo de su falda y, mientras iba bajando con mi boca besando tus pezones y su vientre, deslicé sus bragas sobre los muslos y las torneadas piernas hasta los tobillos y, alzando sus pies alternativamente, la desprendí de ellas, que quedaron arrugadas sobre la hierba verde del prado. Metí mi cabeza entre sus piernas y subí mordiendo y lamiendo con los labios y la lengua el interior de sus muslos, al tiempo que ella las separaba y flexionaba en una clara invitación a que continuara mi ascenso hasta el negro volcán que aparecía en su vértice. Cuando llegué, posó una de sus piernas sobre mi hombro y el ardiente cráter de su volcán quedó accesible a mi boca y a mi lengua. Sacié mi sed en la fuente de su clítoris e introduje mi trenzada lengua entre la ardiente lava del volcán.
    
    Sin prisas, me deleité como si aquel volcán fuese el paraíso del Edén.
    
    De repente me hizo parar.
    
    —Para, que si no me corro —me dijo.
    
    “Era lo que pretendía”, pensé. De todos modos, sus deseos eran ordenes, y abandoné el paraíso.
    
    Me pidió que me incorporara y, agarrando con ambas manos por los hombros, me giró de forma brusca hasta que mi espalda quedó apoyada sobre el tronco del alcornoque, en un rápido y prometedor cambio de posiciones. En un momento se desnudó por completo, me quitó el pantalón y los calzoncillos y casi arranca mi camisa. Quedamos los dos desnudos, apoyados contra aquel inmenso árbol, los pies descalzos sobre la hierba verde y escuchando el sonido del agua del riachuelo. Solo aquella sensación de estar desnudos y expuestos en medio de la Naturaleza, fue suficiente para que perdiéramos toda noción de recato, nos sentimos criaturas salvajes en medio de la Naturaleza.
    
    Su boca se deslizó frenéticamente por mi pecho con el objetivo de saciar su deseo, culla dimensión solo ella conocía; sorbió de mis pezones secos y recorrió despacio mi vientre hasta encontrarse con mi tersa masculinidad, la contempló entre sus las manos y la acarició, con tanta delicadeza como si fuese un capullo de rosa. Saciada su curiosidad, la dirigió a sus labios y la atrapó en el interior de su boca. Succionó, alternando ritmo y presión, volviendo, de cuando en cuando, a liberar el sonrosado prepucio para acariciarlo con la punta de la lengua y elevando los ojos hacia ...