1. Con una parejita morbosa


    Fecha: 22/07/2024, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... Miré a su novio y le dije que su novia era una buena perra y que esperaba que él también lo fuese. Debió entender que quería que me la comiese él también, porque se arrodilló junto a ella con la intención de comerme él también. Le dije que él no era merecedor de mi polla, que era un perro y yo sólo quería perras. Me miró sorpendido.
    
    - Ella es una buena perra y lo está demostrando. Se merece un premio. Ponte detrás de ella y lámele el culo como buen perro que eres.
    
    Él obedeció de inmediato. Estaba claro que ambos eran sumisos y necesitaban órdenes. Se arrodilló detrás de ella, abrió su culo con ambas manos y empezó a lamerla y a meter la lengua en su raja, arriba y abajo.
    
    La escena, junto con la tremenda mamada que me estaba haciendo esa perra me estaba llevando a un punto sin retorno. Le dije a la perra que estaba disfrutando de la mamada y que no podía estropearla, como buena perra debía comérsela toda y mientras lo decía, empecé a correrme en su boca, mientras ella seguía mamando y empezaba a tragar, cerrando sus labios contra mi polla para que nada se escapase.
    
    Él seguía comiendo su culo como buen perro, mientras había empezado a masturbarse como un loco. Quizá debería habérselo impedido, pero mi inexperiencia como Dominante dejó que él se hiciese su paja, que empezó a brotar al momento.
    
    Ella dejó mi polla, se incorporó y abrió la boca buscando mi aprobación. Quité la venda que todavía tapaba algo de su visión y ella sonrió. Cacheteé sus gordas tetas felicitándola por ser tan buena perra.
    
    Seguro que ella quería más, pero el perro se había quedado satisfecho con su pajita y yo había recibido una mamada como hacía mucho tiempo. Así que, mientras los dos me miraban de rodillas, me vestí, me calcé y les dije que no se incorporasen hasta que me hubiese marchado.
    
    Vestido me volví a sentar en el sofá. Pellizqué sus pezones, estrujé sus tetas y mirándola a la cara le dije que era una buena perra, que seguro que encontraría al Macho que necesitaba y que él sabría sacar de ella a la mejor perra. Me levanté y me fuí.
    
    Volví a casa con la esperanza de que mi mujer no hubiese vuelto todavía. Había sido una locura, pero había sido una locura que volvería a repetir si se daba la oportunidad. 
«123»