1. Con una parejita morbosa


    Fecha: 22/07/2024, Categorías: Confesiones Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... en una de sus nalgas que la pilló desprevenida y soltó un leve quejido. Otro cachete en la otra nalga, que no obtuvo respuesta.
    
    - ¿Así que esta zorrita está hambrienta de rabo y necesitada de macho, eh?- pregunté. -El maricón ese que hay en la puerta no es lo suficientemente macho para esta perra, ¿verdad?-. No obtuve respuesta, así que solté una sonora palmada sobre una de sus gordas tetas y volví a preguntar: ¿verdad?.
    
    Sus gordas tetas subieron y bajaron una vez, de forma exagerada, mientras la oí decir: Sí Señor. Aquellas palabras me sorprendieron; nunca se habían referido a mi como Señor y aunque había fantaseado muchas veces con juegos de Dominio y sumisión, nunca antes lo había hecho. Debía comportarme como tal para no defraudarlos. Y debía comportarme como tal, porque quería disfrutar dominando a esa parejita.
    
    Me senté en el sofá y le ordené a la perra que se arrodillase. Él seguía en la puerta del salón, ridículo sólo con el delantal. Le dije que a qué esperaba para sacarme una cerveza y desapareció por el pasillo.
    
    Le dije a la perra que no tenía mucho tiempo, mientras me descalzaba y me quitaba los calcetines. Como tenía las manos atadas a la espalda acerqué uno de mis pies a su boca y la abrió y sacó la lengua para empezar a lamerme los dedos y a metérselso con avaricia en la boca. Chupaba cada uno de mis dedos como si no hubiese comido desde hacía días y eso me excitó todavía más.
    
    Él vino con la cerveza, me la entregó y se quedó de pié junto al sofá. Iba a ordenarle que le desatase las manos a ella, para que me pudiese quitar los pantalones, pero me pareció mucho más humillante que fuese él el que lo hiciese. Ella estaba de rodillas hacia adelante, para seguir lamiendo mis pies y sus gordas tetas se apoyaban en el suelo. Yo me había levantado y él sacó mi camiseta por encima de mi cabeza y luego desabrochó mi pantalón, bajó la cremallera y bajó mi pantalón al tiempo que mi polla salió liberada por fin. La tenía a reventar. Hacía mucho tiempo que no había estado tan excitado y os aseguro que mi mujer hacía ya mucho tiempo que no me excitaba; y mucho menos se habría sometido a algo así. Se arrodilló, apartó la cara de ella y sacó mis pantalones.
    
    Allí estaba yo, a mis 40 años, de pié en el salón de unos desconocidos, mientras una gordita de 22 años se afanaba en seguir chupándome los pies y su novio la miraba con una gran erección que hacía levantarse el delantal que llevaba puesto. No sabía muy bien cómo continuar aquello, pero no quería desaprovechar la oportunidad de disfrutar de esa situación.
    
    Me senté en el sofá, abrí mis piernas y le dije a la perra que ya bastaba de mojarme los pies, que siguiera demostrándome lo buena perra que era. Ella levantó su tronco y de rodillas se acercó hasta la orilla del sofá, despacio porque no veía se echó hacia delante, buscando mi cuerpo con su boca. Al tocar mi pecho con su cara, bajó rápidamente hasta mi polla. La buscó a tientas con la boca y la engulló toda sorprendiéndome. ...