1. Heterosexual toda la vida, pero… (Real)


    Fecha: 21/07/2024, Categorías: Confesiones Autor: Silvano, Fuente: CuentoRelatos

    ... culearnos. Era un jueguito que nos gustaba mucho a todos, y que a mí en particular me gustaba en las “dos direcciones”: culear y ser culeado (no sé si a mis primos les gustaba como a mí, o solo disfrutaban de culear, y lo otro era el precio que debían pagar, me inclino a pensar que era esto último).
    
    En la realidad todo se limitaba a roces del pito en la entrada del culito del otro (nunca pude hacer entrar mi pito, aunque uno de mis primos, recuerdo que en una o dos ocasiones, me lo metió un poquito (sin llegar a desvirgarme), quizás un centímetro o milímetros más o menos (y también recuerdo que eso me asustó un poco, pero me gustó mucho). Creo que en esa época de mi vida se origina, no solo que sienta erógena a mi zona anal, sino también el tremendo placer que me provoca el olor a culo (a menudo me paso los dedos y la mano y disfruto oliendo ese aroma tan particular).
    
    Pero hago una aclaración, no confundamos el olor a culo con el olor a caca; el olor del culo se origina en los fluidos naturales que de él emanan, es algo así como la lubricación natural del ano, ese es el aroma que, para mí, es un afrodisíaco como lo es el olor natural de la concha o panocha de una mujer. Pero el olor de la caca no me excita.
    
    Recuerdo que, en una ocasión, quizás una de las últimas en que disfruté del placer de “culear” en mi juventud, nos encontrábamos uno de mis primos y yo (en el campo donde ellos vivían y yo iba de visita los veranos), y le propuse: -“vamos a culear”, pero mi primo se negó, que no tenía ganas; de nada valía mi insistencia, él continuaba negándose, hasta que se me ocurrió decirle: -“yo no te voy a culear, solamente vos a mí” (es que en realidad lo que más deseaba era sentirme culeado, no me inquietaba “ponerla”, sino “que me la pongan”); a esto mi primo me miró y, de inmediato, lo aceptó.
    
    A continuación se nos ocurrió trasladarnos hasta un maizal, dentro de la finca, cuya altura nos permitiría permanecer ocultos a las miradas desde la casa. Una vez allí, me bajé los pantalones y el calzoncillo y me agaché para recibir el pito de mi primo (este era el menor de mis dos primos, no el que había logrado avanzar mínimamente de los roces). Él apoyó su pito en la entrada de mi culito y estuvimos jugando un rato largo (tampoco ahí fui penetrado realmente, pero sí recuerdo cuanto me gustaban esos juegos).
    
    Vuelvo a Artemio; sí Artemio fue muy insistente, no se resignaba a que yo le negase mi culito, evidentemente él estaba muy caliente y, en un momento en que decidí rechazar con mayor firmeza ser cogido por él, me levanté y me estaba yendo del lugar, cuando él pegó un salto y se abalanzó sobre mí, abrazándome desde atrás y apoyando en mi culo su pito duro (lo pude sentir).
    
    Tal vez fueron mis prejuicios o mi educación (o más probablemente el temor a que se burlasen de mí si llegaba a aflojar), lo que me hizo reaccionar con todas mis fuerzas para apartarlo de mí, y retirarme. Pero cada vez que recuerdo ese incidente, percibo muy fuerte la ...