Aventuras Dominantes. Parte 2 - Relatos Eróticos

Aventuras Dominantes. Parte 2

Salí de la ducha y Marta me estaba esperando en el salón, ya preparada para ir a comprar. La observé como con ese vestido estaba preciosa.

-Ya estoy lista -. Me dijo levantándose la falda del vestido y dejando a mi vista su chochete rasurado.

Me encanta el coño de mi mujer, me vuelve loco de siempre, pero verlo así, depilado completamente, lo hacia aún mas apetecible todavía. No me abalancé a comérselo en ese momento solo por el hecho de que tenía otros planes.

Salimos de casa andando, ya que el supermercado estaba cerca, y durante todo el camino fui agarrándole el culo por debajo del vestido. Si nos cruzábamos con alguien me giraba a ver si volvía la vista hacia mi mujer, y si lo hacía le levantaba la falda levemente para que se le vieran los cachetes. Mi esposa cada vez que hacía ese gesto tiraba de la parte baja del vestido.

-Tampoco te pases mucho, papi -. Me dijo con cara un poco de miedo al notar que al entrar al supermercado le agarraba el culo con mas fuerza.

-Tranquila -. Le dije sosegadamente.

Entramos en la tienda y fuimos a por un carrito, que están al lado de los servicios. En ese momento la agarré del brazo y nos metimos disimuladamente en el baño de mujeres. La apoyé contra la puerta de uno de los servicios y empecé a acariciarla por debajo del vestido. Al principio la noté algo tensa por la sorpresa, pero conforme mi trabajo manual iba siendo más efectivo, se relajó y empezó a disfrutar de la situación.

Empecé a masturbarla con fuerza sacando y metiendo los dedos en su vagina, mientras notaba que empezaba a humedecerse mucho. Empezó a gemir. Yo tenía claro mi objetivo. La cogí del cuello mientras le daba sonoras palmadas en su coño y volvía a introducirle los dedos.

No pasó mucho tiempo cuando vi que, mientras cerraba los ojos, se corría en mi mano. Se mordió el labio como para no gritar y su interior chorreó.

Me separé de ella y justo vi como cogía el papel higiénico para limpiarse.

-No -. Le dije arrebatándoselo de las manos.

-Estoy chorreando -. Protestó señalando como su flujo corría por sus muslos.

-Hasta que no llegues a casa no -. Le regañé.

Volvió a refunfuñar pero me mantuve recto en mi decisión.

El resto del tiempo que estuvimos comprando el tema se relajó, notaba que hasta se estaba divirtiendo y empezamos con nuestras bromas.

-Voy a coger esto -. Decía cuando no había nadie, abriendo las piernas y agachándose lo máximo posible para dejar a mi vista su coñito.

Yo también entraba al juego.

-Por favor, una fregona al pasillo tres -. Decía mientras le acariciaba sus piernas húmedas.

Se paró delante del congelador del pescado y cogiendo unas merluzas congeladas se levantó un poco el vestido.

-Mira papi, se me está congelando el coño -. Decía riendo.

La tarde de compras estaba siendo muy divertida, pero a la vez muy erótica.

Mientras íbamos echando cosas al carro me pareció ver a un hombre que había estado trabajando con Marta hace ya algún tiempo. Alguna vez me ...