La Feria Medieval - Engañada - Relatos Eróticos

La Feria Medieval - Engañada

... de guardias armados, guardias que todos sabemos que son realmente agentes de las patrullas de recolección.

En apenas un par de minutos, todas las mujeres que han estado follando, están arrodilladas en medio de la taberna, dando igual que sean mujeres libres o esclavas. Las esclavas son apartadas enseguida, dejando a media docena de mujeres desnudas, avergonzadas y muy asustadas por la situación.

“Van a esclavizarlas;” me dice Linda al oído, “Sólo las esclavas y las prostitutas pueden follar en las tabernas. No tienen forma de escapar, incluso si tuviesen seguro de esclavitud.”

Confirmando las palabras de Linda, los guardias se colocan delante de las mujeres, y sin decir una palabra cierran los collares alrededor de sus cuellos, convirtiéndolas desde ese momento en simples propiedades de los hombres.

Varias de las mujeres protestan ligeramente, y una de ellas se corre sobre el suelo de la taberna provocando las risas de los presentes.

Los guardias enganchan una correa a los collares de las nuevas esclavas y comienzan a sacarlas de la taberna, aunque uno de ellos que no ha dejado de mirarnos mientras observábamos todo lo que ocurría se dirige a nosotras.

“Poneros de pie y enseñarme los tickets y las identificaciones;” nos ordena.

Enseguida le entregamos los tickets y la identificación al guardia, que procede a comprobar los datos.

El guardia sonríe por algo, pero simplemente no dice nada, me devuelve los tickets y la documentación, y mientras lo hace lleva su manos libre a las tetas de Linda agarrándolas con fuerza.

Linda suelta un pequeño grito, pero no se atreve a protestar, sabe que es mejor aguantar. Pronto la mano del guardia se mete bajo la ropa de Linda, encontrando su coño muy mojado por la excitación.

No tengo que preguntar lo que está haciendo la mano del guardia debajo de la ropa de Linda, su rostro crispado y su mirada perdida son respuesta suficiente.

Apenas poco más de un minuto después de que el guardia haya comenzado a masturbar a Linda, noto como todo su cuerpo tiembla y llega al orgasmo, no pudiendo evitar soltar un grito provocado por el placer que inunda su cuerpo.

“Si hubiésemos esperado un poco más estoy seguro de que esta zorra habría estado abierta de piernas con una polla en su coño;’ señala el guardia provocando las risas de los clientes.

Cuando el guardia saca los dedos del coño de Linda están chorreando por sus jugos, pero en vez de limpiarlos los acerca a mi boca. Miro los dedos, y miro al guardia, y sin que me tenga que decir nada me los llevo a la boca y los chupo hasta quedarlos limpios.

“Una zorra cachonda y una zorra sumisa;” comenta en voz alta el guardia.

“Ponlas el collar;” grita uno de los clientes. “Son igual de zorras que las esclavas que os acabáis de llevar o las esclavas de la taberna;” grita otro.

“Será mejor que os vayáis;” nos dice el guardia. “Y mejor buscáis otro tipo de entretenimiento, si os vuelvo a ver en una taberna acabareis con un collar al ...