1. Paseo cuesta arriba


    Fecha: 20/05/2024, Categorías: Fetichismo Autor: AGinger, Fuente: CuentoRelatos

    ... una sandalia muy delgada y, sobretodo, un pie con una planta muy contorneada; el conjunto hacia viso. Las formas curvadas que de los laterales de las sandalias florecían se combinaban entre si, como círculos formados con un compás, a la perfección, sin fisuras ni impurezas. Estoy seguro que el inventor de la rueda tuvo que viajar en el tiempo y ver esta obra de alta costura para inventar lo que inventó, porque aquí la palabra circunferencia podía ser entendida sin formalidades de por medio, sin palabras, gestos ni onomatopeyas, solo ver aquel pie era suficiente para entender la magnitud de esa forma simple y todo lo que podía ofrecer si uno rompía las límites de sus sentidos.
    
    Entonces, la chica aturó su marcha, levantó la mirada como en busca de algo o alguien y se puso como de puntillas para así tener una mejor panorámica. Yo en ese momento me encontraba inmerso en un espacio atemporal, en una pequeña dimensión donde solo un menester era posible: el contemplar la planta de los pies de aquella chica que ahora, al estar ella en esa posición, podían contemplarse sin intermitencias, corriente continua que se transmitió al riego de mi pene, tan duro y exaltado que ya mis manos poco podían hacer para ocultar tal despropósito.
    
    Por completo, cautivado por aquellos dos puntos de apoyo, me fijé en cada uno de los músculos de su pie, podían diferenciarse perfectamente, estaban duros, erguidos ante un espectáculo que ni ellos mismos podían controlar, presas de su propia belleza, de piel tersa, suave y limpia, solo manchada por el color fuego del tejido debido al esfuerzo o, quizás, a la excitación a la que se encontraba sometido. Ese color ardiente traspasaba la mismísima piel para ofrecer al exterior unos tonos rosados muy femeninos que lograban esculpir esa planta como a obra de arte y adoración… si, tenía realmente ganas de adorarla, de rendir-le culto durante horas, arrodillado ante ella, yo sería la perfecta encarnación del placer en un cuerpo de hombre.
    
    Aquella imagen, además de ser exuberantemente asfixiante para mi pene, y mi corazón, resultaba reveladora, denotaba salud por los cuatros costados, bienestar en todo su ser, no solo limitado a los pies de aquella mujer, sino también a todo su cuerpo pensé, imaginé toda ella desnuda. Sus colores, texturas y formas debían ser perfectas, enérgicas, jóvenes pero maduras, con cada una de las partes de su cuerpo bien contorneadas pero a la vez femeninas, muy femeninas, sobretodo la vagina, que se me antojaba como una fuente inagotable de gozo para ella, por todo lo saludable que resultaba su alrededor y ella misma, por el fuerte olor que debía desprender y por la fuerza que seguro poseía, resumido todo ello en fertilidad, tan natural y salvaje que en ese cuerpo el ataque enfermizo de la menopausia tuvo que morir ante si quiera de nacer, no era posible parar todo ese fluir.
    
    Pero yo seguía mirando sus pies, todo lo demás eran delirantes imaginaciones mías, generadas seguramente por la testosterona ...