Hermanas Esclavas - Relatos Eróticos

Hermanas Esclavas

... Adah abrió la boca y tomó su primera polla.

Fue lenta y torpe al principio, pero conocía el concepto. No le gustaba estar al lado de una esclava como Tia sin ver de reojo unas cuantas mamadas. Pronto estaba tragando la polla de Batu profundamente en su boca, sus manos bombeando el resto de su eje en un esfuerzo desesperado por complacer.

Con un fuerte suspiro, Batu le sacó la polla de la boca, y Adah se sorprendió al encontrarse gimiendo con una sensación de pérdida inexplicable.

"Es hora de enseñarte cómo servir a un hombre", dijo Princesa, deslizándose detrás de Adah para apartar sus ropas hasta que quedó desnuda y expuesta ante Batu. En algún momento había perdido su propio camisón, dejándola igualmente desnuda, aunque mucho menos ansiosa por ello.

"Fuera", ordenó a los demás hombres y éstos se marcharon rápidamente, ansiosos por encontrar mujeres no reclamadas a las que ponerles el collar.

"A la cama, zorra", dijo, y Adah subió a la cama y se tumbó de espaldas.

La princesa se arrodilló a su altura, tirando de sus brazos por encima de ella y sujetándolos. Adah se retorció indefensa cuando Batu se introdujo entre sus muslos, separándolos aún más hasta que ella gimió ante el estiramiento de unos músculos raramente utilizados.

Batu empezó a frotar su polla contra el coño goteante de Adah y ella volvió a gemir mientras su excitación aumentaba aún más. Él se rió y empezó a acariciar su clítoris con una mano, mientras la otra hundía varios dedos entre los labios de su coño para llevar su necesidad a nuevas cotas.

La princesa se inclinó y comenzó a susurrarle al oído.

"Probablemente sintió que la traicioné, Ama Adah", dijo. "Pero hablé con el corazón. El Maestro me enseñó hace mucho tiempo que todas las mujeres deben tener un collar. Somos más felices como putas desnudas que cualquier otra cosa.”

"Te quiero como a una hermana. Has sido buena conmigo y quiero lo mejor para ti. Así que quiero que seas una esclava. Quiero que descubras lo feliz que te hace ser un juguete para los hombres.”

"Sobre todo, quiero que seamos esclavas juntas, hermanas encadenadas, unidas en nuestro deseo de complacer a nuestro Amo. Y creo que tú también lo quieres".

"Por favor", dijo Adah, y se dio cuenta de que no estaba suplicando que la perdonaran o la dejaran ir.

"Está lista para usted, Amo", dijo Princesa.

Batu se rió y empujó hasta la empuñadura en la vaina virgen de Adah.

Adah gritó ante la dolorosa invasión y, con otro pellizco en el clítoris, empezó a correrse, retorciéndose impotente en una mezcla de sensaciones de miseria y gozo, incluso el dolor impulsando su placer.

Cuando bajó, se encontró con que su violador seguía entrando y saliendo de su cuerpo, pero el dolor había desaparecido y el placer había vuelto a aumentar.

"Eres un buen polvo, zorra", dijo Batu y Adah se engatusó ante el degradante cumplido.

"Gracias, Amo", dijo, y entonces volvió a tener un orgasmo ante la epifanía de que este hombre era su Amo, ...