En camino de ser el esclavo doméstico de mi ama - Relatos Eróticos

En camino de ser el esclavo doméstico de mi ama

No tardó mucho mi Ama en ponerse en contacto conmigo.

Mi trabajo me lleva a tener que realizar muchos viajes a distintos lugares del país. Me exigió que le enviara mi planificación de viajes durante los próximos dos meses, cosa que hice inmediatamente.

Un par de días antes de tener que desplazarme a Toledo, me avisó que estaría allí, que la informara del hotel en el que me hospedaría y que avisara al hotel de que Ella llegaría a las 18:00 de la tarde, ordenándome que yo llegara después de esa hora.

Tal cual lo hice y, en un par de días, estaba tocando la puerta de la habitación a las 19:00 de la tarde.

-¿Quién es? – oí desde dentro Su Voz

En voz baja contesté que era su esclavo, aún no me había puesto nombre.

-No oigo – escuchaba su risa, me había oído perfectamente.

-Soy su esclavo, Ama – dije algo más alto.

Escuché sus pasos y me abrió la puerta. Se puso en medio y no me permitió el paso.

-Te vas a desnudar completamente ahí fuera y, cuando estés desnudo como un perro, vuelves a tocar la puerta -me ordenó.

Y cerró la puerta en mis narices.

El hotel estaba concurrido y no era difícil que alguien saliera de alguna habitación o volviera a una de ellas. Así que me desnudé rápido y toqué la puerta de nuevo.

-¿Qué hay ahí fuera? – dijo

-Su esclavo Ama

Se tomó su tiempo, mientras yo estaba muy apurado en la puerta, y me abrió, ordenándome que entrara a cuatro patas.

-Bien, ya está aquí “este objeto”, ¿cómo crees que tienes que saludar a tu Ama? – dijo.

Comencé a besar sus pies que calzaba en unas sandalias sin talón y con un tacón alto, muy alto.

-Esa boca me va a ser útil hoy para poner mis pies a punto, sal a la terraza y túmbate en el suelo boca arriba, delante de la silla de la izquierda- comentó de modo firme.

Así lo hice y estuve un par de minutos allí solo, esperando a su Presencia. Cuando llegó, venía descalza y con una bolsita con algún instrumental que no acerté a distinguir.

-Abre la boca y humedece mis pies, esclavo.

Empecé a trabajarlos, humedecerlos, lamerlos, chupar sus talones…

-Deja la boca abierta, me hace falta el recipiente para hacerme la pedicura y que las pieles y uñas no caigan al suelo – ordenó con desdén.

Estuvo unos minutos quitándose las pieles de los talones y de la planta de sus pies mientras caían en mi boca. De vez en cuando paraba y me ordenaba que tragara.

Lo mismo hizo con las uñas. Pisaba mi boca mientras y, al cortar, el resto de uña caía en la boca tras lo que me ordenaba tragar.

-Bueno, esto ya está, puedes darte la vuelta sin levantarte del suelo, tu lugar.

Me dí la vuelta, me ató las manos y me dijo:

-Comprueba que no ha quedado nada en el suelo y limpia si queda algo, para ti es un premio, ¿es así esclavo?

-Sí mi Ama, así es.

Me tuvo allí unos minutos, hasta que entró con un collar que rodeó en mi cuello tras desatarme las manos. Se tumbó en la cama.

-Voy a ver la televisión un rato, chatear, leer…, ocúpate de que mis pies ...