Lingerie. Primera parte. - Relatos Eróticos

Lingerie. Primera parte.

... Dogmas escritos en la piel de los pecados eternos.

Mi cuerpo se estremeció, mi boca se llenó de saliva y ganas de comer. Susurras en mi oído palabras obedientes, entregadas y llenas de mis perversos deseos. Las devuelves envenenadas, convertidas en un credo que pervierte una mente ya descomulgada. De la piel de tu cuello emanan las notas claves, maestras de tu perfume floral y aromas embriagados de hembra. Lo beso, lo muerdo y empiezo saciar mi hambre de ti. Suspiras.

Mis manos buscan el calor de tus pechos. No dejas que lleguen a su destino y las dejas ciegas con la seda de la otra media. Amarras el barco, lo arrastras a tu mar y lo dejas en tus playas, dejando a la espera que unas manos expertas descarguen su caliente carga. Tu corpiño cae de tus brazos. Deseo seguir con mis dedos cada marca dejada por él en tu piel, besarlas y lamerlas hasta borrarlas de la memoria de tu cuerpo. Acercas mi cabeza a tus pechos. Busco hambriento, desesperado por tus rugosas marcas, preludio de tus sensibles y duros extremos.

Cuando se tiene hambre se come, se busca, se lame, se succiona, se muerde y se besa la piel de ese manjar exquisito. Tus pechos son de mi hambre y de tu necesidad de ser comida. En la boca se saborean, se presentan a la lengua el duro fruto de la excitación. Tus pezones. Ella le recita poemas que solo se pueden conocer en secreto, ocultas en el interior de mi boca húmeda, hambrienta y escuchada por tus sensibles extremos. Apartas mi cabeza, me besas para robar tu sabor a mar de mi boca. Aún hambriento de ti, busco los pechos desesperado por haber sido separado de las delicias de mamar lo que es mío.

Me guías a la cama para dejarme caer con fuerza sobre ella. Oigo tu respiración intensa, llena de suspiros ahogados entre tus labios. Abres mi camisa, saltan los botones y deslizas tus manos por el bello de mi pecho. Arrastras las uñas por mi piel, provocas daño y muerdes las partes más indefensas. Eres la puta. ¡Hazlo!

El quejido de mi boca te enloquece. Mi cuerpo se tensa y tomo aire entre los dientes. La depredadora felina, busca, encuentra y muerde. Las venas gruesas imploran ser retorcidas entre tus manos, pero aún no lo haces. Quieres dominar a tu Amo, eres su puta, su juguete y quieres demostrarlo.

Rozas las pieles y marcas de hembra al macho con tu olor. Mis manos miran atadas el norte de mi cabeza, inútiles, pero sedientas de tu cuerpo. Necesito tocarte. Te deseo. Mis ojos cubiertos solo ven sombras tras las luces, formas que se emborronan a través de la trama de la media.

Retiras la tanga y me la haces probar. Noto el delicado tejido, aún tibio, en mis labios, el perfume de una mujer excitada y la húmeda presencia como testimonio de tus ganas. Necesito beber de tus aguas, comer de tu carne, saborear el dulce néctar de la hembra excitada. Enloquezco, te deseo y se endurece mi verga hasta el dolor más tenso.

Me invitas al banquete con las piernas abiertas y tus labios henchidos por la excitación en mi boca. El ...