Casado con una lesbiana. Capítulo 2 - Relatos Eróticos

Casado con una lesbiana. Capítulo 2

Un hombre en sus treinta y tantos estaba sentado en su escritorio acomodando algunos documentos, mira la hora, las 5:30 de la tarde, acomoda la foto en la que sale él con su hijo y su esposa, luego escucha alguien tocar la puerta

— ¡Pase! — la primera persona en entrar fue Paula — Empezaba a creer que nunca llegarías

— Me tomó algo de tiempo llegar a Lindora. Él es el amigo del que te hablé

— Jack, ¿cierto? — le dijo estrechándole la mano

Jack asintió disimulando su preocupación, pero la que no disimulaba bien era Dolores

— ¿Estamos todos de acuerdo? — les preguntó el juez — Don Rogelio no es la clase de persona con la que se quieran meter

— He lidiado con gente como él — aseguró Jack

— Esto no se trata de peleas callejeras, Jack. Él tiene el dinero suficiente para sobornar a quien sea. Dependerás de Paula y Angélica para que tu vida no se vaya al demonio; y lo mismo va para quienes son sus testigos

— A mí no me va a intimidar un moribundo estirado — le dijo Juan

El juez tenía listos los papeles, todo lo que necesitaba era que la pareja los firmara, le dio uno a los testigos para que firmaran y con esto hecho, el juez les tomó una foto besándose con la esperanza de que eso les ayude en caso de necesitar pruebas

— Bueno, ahora que todo está hecho solo puedo desearles lo mejor. Y más a ti, Jack. Te acabas de meter en la boca del lobo — les dijo el juez

Un poco nervioso y preocupado Jack se despidió de él y se fueron de la oficina, Dolores era la que más angustiada estaba, pues sabía lo que cierta clase con dinero era capaz de hacer; lo había visto hace mucho tiempo. Paula nota la expresión de su ahora esposo, pensativo pero observador, y sus manos ligeramente tensas delataban que esperaba algo malo. ¿Era por lo que dijo el juez o era por otra cosa? Salieron del edificio, subieron al auto y se dirigieron de vuelta a Lindora; Jack parecía sumergido en su mente pero conducía como si estuviera en automático, escuchaba la conversación entre la pareja de ancianos y Paula como si fuera un eco a lo lejos hasta que Dolores gritó su nombre

— Ay ¿por qué me gritas?

— ¿Cómo que por qué te grito? Te estoy hablando y nada que pones atención

— Tenía la mente en otra cosa

— Como siempre. Me sorprende que no hayamos chocado

Jack rodó los ojos y se detuvo al ver el semáforo en rojo

— ¿Qué era lo que me decías?

— Te preguntaba si se quedarán en el pueblo o en la mansión del infierno

— En Lindora, doña Dolores. No pienso mudarme y Paula es una adulta como para seguir siendo la sumisa de su padre

— Yo solo sé que en esa casa va a arder troya — aseguró Juan — Rogelio es un hombre muy controlador, quiere que todo se haga al pie de la letra y si Jack se muda con ella, créanme que terminarán matando al otro en menos de lo que canta un gallo

— Jack no sería capaz. ¿Verdad? — preguntó Paula más preocupada

— Solo el tiempo lo dirá

Paula tragó saliva y se centro en el viaje mientras que en la mansión de los ...