La Reunion (2) - Relatos Eróticos

La Reunion (2)

[...] Pasado un tiempo, me dirigí hacia el dormitorio con una cubitera de hielo, unos vasos y una botella de Ron. Abrí la puerta despacio y allí estabais las dos.

Se podía oler a perfume. Unas velas encendidas en el suelo, rodeaban a tu hija. De fondo, pude oír a Sade de música ambiental. Tu lucías postrada en posición de Inicio espectacular, con el pelo recogido en una coleta por detrás de la espalda, piel brillante y limpia, recién duchada e hidratada en aceite. Tus pechos tersos y pezones erectos. Tu hija, la habías preparado para la ocasión.

Permanecía en posición de revisión. Toda ella vestida de negro para la ocasión. En su cara se dejaba ver que en sus ojos tenía puesto un antifaz que le impedía ver, su boca llevaba puesta una mordaza que me pareció era del tipo araña, y de su lengua se veían colgar unas pinzas que le hacían salivar abundantemente. En su cuello, el collar que os identificaba como sumisas. Sus pechos sujetos por unas finas tiras de cuero negro que los rodeaba a modo de sujetador y los dejaba libres para todo tipo de castigos y premios, sus pezones presionados por unas pinzas que le infringían dolor, unidos entre si con una cadena plateada, que se unía a otra que terminaba en otra pinza que pinzaba su clítoris. El hilo de saliva que brotaba de su boca, era señal de llevar un rato así. Sus piernas firmes, decoradas por unas medias con sus ligueros correspondientes, y unos zapatos con finísimo tacón de aguja, realzaban más su imagen. Entre sus dos piernas, puede ver también como se veía una cola, que perforaba su culo. Y en el suelo, al lado de cada pierna unos látigos.

- Mi señor, espero que lo que vea sea de su total agrado. Si algo no le satisface, suplico perdón y muestre benevolencia con su zorra.

Realmente me habías sorprendido.

- Zorra, solamente alguien con el buen gusto y el saber hacer las cosas, puede tener esa distinción, has realizado un buen trabajo. El trabajo bien hecho, merece recompensa. ¿Habéis disfrutado en la ducha? Cuéntame lo que ha pasado ahí dentro, espero haya sido tan excitante como me quiero imaginar.

Mientras, Princesa no paraba de salivar y gemir, por el trabajo de las pinzas. Me dirigí hacia ella para apreciar todo más de cerca y preparé la cámara.

- Nos vamos a divertir hoy bastante a tu costa, mi dulce princesa, espero que estés a la altura correspondiente y no me defraudes ante todo lo que te espera. Me has desobedecido y te has querido aprovechar de la Zorra, y eso tú y yo lo sabemos perfectamente. Y espero que entre las dos consigáis el objetivo que tengo, que no es otro que terminar de subir en la escala y arruinar la vida de tu padre. A partir de hoy nuestra vida cambiará para siempre, y estaremos donde siempre quisimos estar.

Dicho esto, me acerqué a ti, puse mi lengua debajo de tu boca y recogí la saliva que de ella brotaba, para luego lamerte los pechos y lo más deseado de ti, tu coño. Me levanté observándote, muy cachondo y tiré de las cadenas hacía a mí, lo que ...