Primer encuentro con S (1) - Relatos Eróticos

Primer encuentro con S (1)

Para serte sincero nunca pensé que acabaría viéndome así, como estoy ahora. Sentado delante de mi portátil mientras tu descansas, agotada, sobre la cama de esta habitación de hotel.

Hace una semana te avisé de que venía a tu ciudad por trabajo y te dije que quería verte. Creía que tras semanas de correos electrónicos diarios lo mínimo que nos debíamos era un café. Y para mi sorpresa accediste. Sorpresa, sí, porque sinceramente estaba bastante convencido de que tu timidez y discreción te harían decir que no a pesar de desearlo por lo menos tanto como yo. De hecho, hasta el último momento he estado esperando un mensaje tuyo diciéndome que finalmente cancelabas nuestra cita. Pero has venido.

Hace dos horas y media nos hemos visto cara a cara por primera vez en el bar de mi hotel. Por supuesto, yo he llegado antes que tú para poder escoger mesa. Además, no me gusta hacer esperar a nadie y menos a una mujer. Así que he escogido mesa y, tras indicar al camarero que estaba esperando a alguien, he empezado a repasar mentalmente nuestras conversaciones.

Tal y como ya esperaba, has llegado a la hora acordada. La imagen mental de ti que me he ido construyendo en las últimas semanas me decía que eras una chica puntual, y no me he equivocado. A la hora convenida has entrado en el bar. En ese momento he recordado cuando me dijiste, al hablar de tu aspecto físico, que si nos cruzáramos en la calle no me giraría a contemplarte. Te respondí que eso tendría que juzgarlo por mí mismo. Y tenía razón yo.

Me has buscado con la mirada y has venido hacía nuestra mesa. Dos besos por saludo me han permitido comprobar lo bien que olías. Hemos pedido dos copas de vino y hemos cruzado nuestras primeras palabras. A pesar de tu esfuerzo por disimularlo se notaba que no sueles hacer cosas como estas. La conversación y el vino han ido relajando tus nervios.

Mediada la segunda copa he sacado un sobre que tenía preparado en el bolsillo y lo he deslizado sobre la mesa en tu dirección. Lo has cogido y, sin abrirlo, te has levantado y me has dicho que ibas al baño. Después de cinco minutos te he visto volver con una sonrisa distinta en los labios. Te has inclinado hacia mí y te has acercado a mi oído. “Sube en 10 minutos” me has susurrado dejando una cajita encima de la mesa justo antes de desaparecer dirección a los ascensores.

En cuanto se han cerrado las puertas del ascensor he cogido la cajita y la he abierto. En ella, perfectamente dobladas, tus bragas. He terminado tranquilamente mi copa de vino, he cargado la cuenta a la habitación y me he dirigido hacia la habitación.

Al llegar frente a la puerta he confirmado que hubieran pasado los diez minutos acordados y he introducido la llave. Dentro la iluminación era tenue pero suficiente para descubrir el rastro de tu ropa hasta los pies de la cama donde te encuentro tumbada boca arriba, completamente desnuda y con el antifaz del hotel puesto sobre los ojos, confirmando que has leído la nota que había en el ...