1. Compañera de trabajo (VII)


    Fecha: 25/12/2023, Categorías: Lesbianas Autor: bimont, Fuente: CuentoRelatos

    ... hay poco personal en las oficinas, es libertad de cada uno quedarse después del mediodía, yo tenía trabajo y decidí quedarme.
    
    La encontré en la sala de descanso tomándose un café. Al verme sonrió feliz.
    
    —¡Hola! No esperaba verte aun aquí, te iba a llamar por teléfono.
    
    —De hecho ya me iba, solo me falta recoger un par de cosas y apagar el ordenador.
    
    —¿Te espero en mi despacho, por favor?
    
    Cuando entré en su despacho, estaba sentada, con una mirada de lo más traviesa… Se puso de pie y cerró la puerta con seguro.
    
    —¿Estás bien? —Me pregunta
    
    —¿Qué es lo que quieres?
    
    —Te deseo, te deseo tanto... —mientras me besaba efusivamente.
    
    —Aquí en tu despacho es peligroso.
    
    —Lo sé… Lo sé… pero es excitante ¿no te parece?
    
    —Te gusta el peligro, ¿verdad, preciosa?
    
    —Por favor...
    
    —¿Es esto lo que quieres? ¿Es esto lo que deseas? Mientras colocaba una mano sobre la falda por debajo de la cintura. Debes estar ya mojada…
    
    —¡Dios, sí!
    
    —Sí, ¿qué? quien soy yo
    
    —Sí, tú eres mi ama
    
    La hice inclinarse sobre uno de los sillones del despacho, y le levanté la falda por detrás, llevaba un tanga de hilo.
    
    —¿Me puedes explicar qué esto, que has hecho? mientras le daba la vuelta y le mantenía la falda levantada y tiraba de la parte delantera del tanga.
    
    —No te gusta... —En mi cara pudo ver la contrariedad ante mi sorpresa, se había rasurado completamente.
    
    —Pero... ¡no te gusta! —Casi lloriqueando.
    
    —Cállate... Yo no te he pedido que lo hicieras, ni te imaginas como me gustabas de aquella manera.
    
    —Perdón ama, es verdad, tendría que habértelo dicho y pedir permiso —La verdad se le notaba disgustada.
    
    —No se te ocurra hacer nada más.
    
    —Ama, hare lo que tú me ordenes, castígame si crees que me lo merezco —Se puso a lloriquear.
    
    —No me llores como una niña pequeña —A continuación rebusque dentro de los cajones, para encontrar lo que quería. Le desbroché la camisa y tirando hacia arriba del sujetador, aparecieron tersos sus pechos.
    
    —Esto es un castigo, ¿recuerda? No es una venganza, pero no voy a darte lo que quieres a la primera de cambio.
    
    Cogí dos pinzas de las que sirven para sujetar papeles y se las coloque en los sonrosados pezones. Agitada, azorada, se movió y jadeó temblando, mordiéndose el labio inferior para no chillar.
    
    —Dime cuánto me deseas.
    
    —Mucho… mucho… mi ama.
    
    —Date la vuelta —Con la respiración acelerada, obedeció, mientras la agarraba por la coleta con fuerza.
    
    —Levántate la falda y agáchate —le exigí con rudeza.
    
    Su respiración era siseante y entrecortada mientras se agachaba. Se volvió para mirarme, con los ojos brillantes, quizás confundida, mientras se levantaba la falda hasta la cintura, dejándome las nalgas al aire. En respuesta, tire del pelo y le obligó inclinarse sobre el escritorio. Paseé mi mano derecha entre sus muslos, le toque la húmeda vagina, y mis dedos se impregnaron de sus jugos a la primera pasada por su sexo. Le golpeé el trasero un par de veces en cada nalga con un ...