1. El castigo


    Fecha: 29/10/2023, Categorías: Jóvenes Autor: sceptico, Fuente: RelatosEróticos

    Al oír los golpes en la puerta levanté la cabeza del ordenador y grité: “adelante, está abierto”. La puerta se abrió despacio y apareció tímidamente, mirando al suelo. Su planta era exquisita, medias azules hasta la rodilla, la falda del uniforme un poco subida, como la solían llevar todas, dejando ver medio muslo, blusa blanca que marcaba unas tetas que se presumían generosas y unos ojos de vicio inocente que hacía tiempo me tenían perdido.
    
    Pase, pase, señorita Monroy, la estaba esperando. Se adelantó hasta el medio del despacho y se quedó parada. Me levanté de mi sitio y me acerqué a ella, - Bueno, bueno, o sea que ahora las buenecitas también quieren saltarse las normas. No habló. Sabe de sobra que no pueden entrar personas de fuera de la residencia a las habitaciones sin permiso, y menos aún hombres, ¿o no lo sabía? Silencio. Hable de una vez, grité, ¿No se da cuenta de que la podría echar ahora mismo del colegio, dejarla en la calle y que probablemente su padre la echara también de casa por eso?
    
    SSi, si me doy cuenta, Señor, dijo entre dientes mientras las lágrimas comenzaban a caer por sus mejillas. Pues entonces colabore y vamos a tratar de arreglar este asunto. Me acerqué muy despacio cogí su cara con mi mano y le dije, - usted es demasiado valiosa para irse de aquí, seguro que podemos hacer algo, porque yo no la quiero perjudicar. Ella se agarró a esas palabras como una tabla de salvación, - lo que quiera Señor, haré lo que usted me pida, pero por favor no se lo diga a mi padre. – Bueno, eso está mejor, ¿ves como siempre hay solución para todo?
    
    Me acerqué en silencio a la puerta y di una vuelta a la llave. Su cuerpo visto desde atrás era esplendido, joven, blanco, sugerente, delicioso. Me puse delante de ella y desabroché un par de botones de su camisa, se puso un poco tensa, pero no dijo nada. - Tiene usted unas tetas preciosas, no me extraña que ese muchacho se arriesgara por estar un rato a solas con ellas. Su camisa ya bailaba completamente desabotonada, mientras mis manos acariciaban su espalda buscando el broche del sujetador. Cuando cayó al suelo dos tetas hermosas, blanquitas, con dos pezones redonditos que pedían a gritos lengua de macho. No eran tetas enormes, pero mi polla se puso como una piedra mientras las acariciaba con mis manos ásperas y las mordía con mis labios.
    
    Mmm, gimió. – ¿Qué pasa, que no te gusta, que no quieres que sigamos con el trato? Nnnno, no señor, no es eso, es que … Es que ¿qué? ¡A ya sé lo que te pasa! Que te crees que puedes venir al colegio a enseñarle las tetas al primer cantamañanas que te encuentres y a que te meta la polla cualquier niñato y que además eso no tenga consecuencias, ¿no es eso, no es eso? dije gritando. Pues aquí todo tiene consecuencias.
    
    La arrojé contra mi mesa de un empujón, cogí el papel celo y la enrollé las manos, empezó a gritar, tapé su boca e inmediatamente la amordacé con más celo, intentó darme una patada, pero la sujeté con fuerza diciendo, es mejor que ...
«12»