1. Una más en el cuerpo


    Fecha: 14/08/2019, Categorías: Sexo en Grupo Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... arriba abajo.
    
    - Bueno, veo que tú también. Estás realmente en forma. - añade observando mi vientre liso y los músculos de mis piernas brillantes mientras sigo trotando.
    
    - Gracias. Tú también. - añado bajando de la cinta y agarrando fuertemente el bíceps de su brazo derecho.
    
    Veo que Martín se queda un poco descolocado.
    
    - Bueno, quizás alguno se sobrepase o crea que eres esa niña indefensa, yo no lo creo y, por cierto, si digo algo inconveniente, me lo haces saber, ¿vale?
    
    - Tranquilo. No quiero que estés en tensión conmigo, tú compórtate como siempre. Recuerda, soy tu compañera, nada más. - añado acariciando suavemente su tórax.
    
    - Nada más y nada menos. Supongo que es inevitable que veamos como a una mujer. - dice él notablemente nervioso con mis toqueteos.
    
    - Claro que sí, es que soy una mujer y me gusta que me miren como mujer, eso es lógico.
    
    - Vale. Entiendo que te refieres a que puedes desarrollar tu trabajo como uno más, independientemente de que nos veamos como hombre y mujer.
    
    - Exacto, que sea una chica, no quiere decir que no pueda hacer lo mismo que tú en nuestro trabajo. Es lógico que ahora soy una novata, necesite algo de ayuda, pero creo que soy capaz de hacer cualquier cosa. - añado, volviendo a acariciar su pecho con mi mano.
    
    - Lo entiendo perfectamente, pensé que te molestaba que te mirase como mujer.
    
    - Al contrario, Martín, me encanta que me admiren como mujer y además tú eres un hombre y también me gusta mirarte.... - digo con valentía.
    
    - Vaya, gracias. - responde sonriente y más atrevido acaricia mi cintura con su vista fija en mi canalillo, que muestra esa rajita que forman mis pechos.
    
    - Gracia a ti, Martín – le digo dándole un abrazo juntando nuestros cuerpos.
    
    Veo que él no rechaza ese abrazo y pego aún más mis pechos a ese torso desnudo, lo mismo que mi pelvis, haciendo que nuestros sexos estén en contacto unos instantes maravillosos. ¡Me siento tan a gusto! Así estamos un rato y entonces percibo que le he provocado una incipiente erección, que denota el bulto que se aprieta contra mi pubis.
    
    De repente veo que tose un poco nervioso y se separa de mí algo aturdido y se dirige disimulando a otra máquina de pesas, pero sin que pueda evitar que vea la tienda de campaña que se ha formado por culpa de nuestro abrazo y que a mí me ha provocado un calentón de narices, así que he decidido torturarlo un poquito más.
    
    Me pongo justo en la máquina que hay detrás de él, pero antes me bajo un poco más el escote de mi sujetador y me coloco a cuatro patas encima del banco, dejando que me vea perfectamente mi pecho y coloco unas palancas en mis talones para empezar a levantarlas. Él puede verme perfectamente con solo echar su vista un poco para atrás, pues, aunque esté al revés, la visión de mis pechos es clara y se ve más acrecentada al tenerlos hacia abajo, moviéndose con cada uno de mis movimientos. Desde mi posición, veo que está totalmente empalmado. Como me entra un poco la risa y quiero ...
«12...8910...36»