Trabajo temporal, imprescindible liguero, 2
Fecha: 14/08/2019,
Categorías:
Confesiones
Autor: Menudaymona, Fuente: TodoRelatos
... pero…
- ¿Pero qué? – me preguntó apenas sin voz, con el morro casi hundido en mi chichi y sin dejar de acariciar mis ligas.
- Que también…
- Dilo. Te gustaba, ¿verdad? ¡Admítelo!
- Me gustaba, sí.
- ¿Cuánto?
- Pues…
- Quiero saber cuánto…
- Me gustaba… demasiado.
Oía que se estaba masturbando, oyéndome sin apartar los ojos de mi chichi. Y yo con las manos apoyadas en la mesa, abierta por completo, sin poderme tocar…
- ¡Más!
- Una polla grande y oscura… en mi culito, tan apretado…
- Más, más…
- Y yo gozando con ese dolor…
- ¡Quiero oír más, no solo del mulato!
- Bien…
- Quiero saber de todos, niña, de todos los que te follan por el culo…
- ¡Me encanta este trabajo! – confesé, elevando la voz, casi gritando.
Apenas oír eso, el anciano se corrió sobre uno de mis zapatos de tacón, siempre agachado, y pegando su correosa jeta en mi chichi.
Después, fue levantándose poco a poco, mientras yo seguía en la misma postura, pero con el chocho lleno de sus babas.
- Eres fabulosa, niña – comentó, ya de pie, a mi espalda – y a continuación preguntó:
- ¿Se admiten propinas?
- Claro – respondí yo, encantada y empapada.
El anciano dejó sobre la mesa un billete de 100 euros. ¡Nada menos! Era mi mayor propina hasta el momento. Luego puso al lado su tarjeta y me dijo:
- Si te interesan más trabajos así, fuera de aquí, envíame un email.
- Lo pensaré, señor.
- Con gente de mi edad, incluso mayor. Discreción absoluta, nadie tiene por qué saberlo. Tampoco tu jefe.
Asentí, siempre de espaldas a él y en la misma postura.
- Nadie te meterá nada. Solo tendrás que hacer… monerías, tipo la de hoy.
- Comprendido.
- Y por dinero no hay problema. Tenemos mucho y pocos años ya para disfrutarlo. No te arrepentirás. Niña.
Bueno, ahora a ver qué decido, se admiten sugerencias…
Por cierto, olvidaba contaros que tras decirme eso, como despedida me acarició el chochito, la raja de arriba abajo. Y así captó cuán empapada me quedaba yo, tras correrse él. Ya sabemos lo que pensaría de mí por eso…