1. La casada decente se desata


    Fecha: 12/08/2019, Categorías: Incesto Autor: Quique., Fuente: CuentoRelatos

    Eva y Miguel se habían ido a cenar a casa del jefe de Miguel. Sebastián se había comprado unos pistachos y una botella de rioja tinto para ver el Barcelona contra el Real Madrid. Estaba sentado en un tresillo enfrente de la televisión con una bufanda y una camiseta del Real Madrid.
    
    A Teresa no le gustaba el fútbol, pero si los pistachos y el vino. En bata de casa se sentó a su lado, y le dijo:
    
    -¿Que te pareció lo de la otra noche?
    
    -Mucha oscuridad.
    
    -En la oscuridad no se ven los michelines.
    
    -Me parece que se va a joder el partido.
    
    Sebastián le puso una mano encima de una rodilla, Teresa le preguntó:
    
    -¿Me prefieres al fútbol?
    
    -No hay color entre el fútbol y tú.
    
    Se comenzaron a comer las bocas y a acariciarse. Los besos se hicieron cada vez más apasionados y las caricias más íntimas. Sebastián le quitó el cinturón de la bata y vio sus grandes y decaídas tetas, con areolas marrones tamaño extra grande y sus pezones gordos y tiesos y vio su coño peludo, su selva negra, su bosque encantado y no pudo más que lamerle los labios.
    
    -Haz que me corra comiendo mi coño.
    
    Sebastián, desnudándose, le dijo:
    
    -Luego, ahora te vas a poner a cuatro patas sobre la alfombra.
    
    -Así aún me gusta más, bandido.
    
    Teresa se quitó la bata y se puso a cuatro patas sobre la alfombra que llegaba del tresillo a la televisión y que pasaba por debajo de la mesa camilla donde estaban los pistachos y el vino. Sebastián se arrodilló detrás de ella, le agarró las tetas con las dos manos y lamió desde su coño a su ojete, metiendo y sacando la punta de la lengua cinco o seis veces cada vez que llegaba a él.
    
    -¿Me estás preparando el culo o el coño?
    
    -Ambos, tú eliges a la hora de meter.
    
    Algo después Sebastián le frotó la polla en el coño y en el ojete y le preguntó:
    
    -¿Dónde la meto?
    
    -En el culo, nunca me la metió nadie en el culo.
    
    Se la metió en el coño. Teresa, le dijo:
    
    -Te dije en el culo.
    
    Sabía bien lo que le dijera, pero quería engrasarla. La sacó pringada de jugos y le clavó la cabeza en el culo.
    
    -¡Me gusta!
    
    La polla entró por aquel estrecho conducto hasta que los cojones de Sebastián hicieron tope con el coño mojado. La folló despacito al principio, después le cogió el cabello, tiro de él, le comió la boca y le dio con más fuerza. Con Teresa gimiendo y con sus tetas chocando una contra la otra, le metió dos dedos en el coño, le acarició el punto G, acariciándolo le dio a romper y teresa se corrió diciendo:
    
    -¡Me mataaas!
    
    A unos cientos de metros de allí. Eva estaba en la cocina con su largo vestido de noche de color negro ayudando a su prima Nerea a poner la comida en los platos. Nerea era una mujer de treinta años, de estatura mediana que lo tenía todo muy bien puesto, y que le decía:
    
    -¿Te puedo preguntar una cosa sin que te enfades?
    
    -¿Es una crítica, prima?
    
    -Es un halago.
    
    -¿Por qué me iba a enfadar por un halago? Dime.
    
    -Me gustaría acostarme contigo.
    
    -Ya te dije que no hace años.
    
    -Por ...
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