1. Las refugiadas 2 - Historia de Danuta 2


    Fecha: 10/08/2019, Categorías: Confesiones Autor: JBWriter, Fuente: TodoRelatos

    ... y la penetra con su lanza la está sometiendo. Es así en todas las especies, pero sólo los humanos tratan de obviarlo.
    
    —¿Y los golpes? —pregunté yo—. ¿Y la vergüenza?
    
    —Ambos son productos sociales. Los perros, todos los animales, de hecho, follan sin mirar si a su alrededor hay otros o no.
    
    »Sólo cuando superas la vergüenza de gozar en público eres como los animales, realmente libre.
    
    —¿Y el dolor?
    
    —El dolor nos prepara para ser madres… No es que yo quiera serlo, al menos no ahora y no si tengo que asumir la responsabilidad de criarlo. Pero si las mujeres no aceptásemos el dolor solo tendríamos un hijo.
    
    »Otra cuestión es que en público algunas lo reconozcamos y otras no se atrevan a hacerlo, ni a gozar de ello
    
    —¿Y los hombres? Mi padre también castiga a mis hermanos.
    
    —¿No has visto a ningún perro macho montar otro macho?
    
    —Sí. Siempre he pensado que se ha confundido. Entre los animales no hay invertidos.
    
    —Se llaman gais… o, si quieres, homosexuales, pero no invertidos.
    
    —Mi padre los llama así.
    
    —Vale. Con tu padre los puedes llamar así. Y con los nazis de sus amigos, como mi padrastro también. No quiero que goces con él.
    
    »Pero si hablas conmigo son gais. Y no. No hay perros gais. De hecho, si te fijas no se penetran…
    
    —¿Qué quieres decir?
    
    —¿No has visto que si monta a una perra una parte de él entra dentro de la perra, pero si es otro perro no?
    
    —Nunca he estado suficientemente cerca como para verlo. Mis padres nos han hecho dar la vuelta.
    
    —Pues es así. Si monta una perra es para hacer perritos y una parte de él entra, si monta otro perro es para demostrar que manda sobre él. Y no entra nada, mientras que los gais si se penetran.
    
    »Llámame. —Me entregó un papel con un número de teléfono —. Así quedamos y te enseñaré cosas nuevas… y te presentaré a alguien que te follé para que aprendas de verdad lo que es el placer, pero no con mis amigas, que son unas cotillas y lo contarán todo.
    
    Bajé del autobús y entré en casa.
    
    Mi padre me esperaba. Sabía que no había estado con mi amiga. Al menos no con la que yo le había dicho.
    
    Confesé que había estado con Gina. Que quería pedirle perdón, ya que por mi culpa la habían castigado.
    
    Mi padre hizo que mis hermanos, mi madre y mis hermanas vinieran al salón. Allí apoyada sobre la mesa me hizo poner el culo en pompa y quitándose el cinturón empezó a golpearme. Por primera vez no me había indicado cuantos golpes me iba a dar.
    
    En un momento dado dejé de percibir los golpes individuales, como me pasó la última vez. En cambio, una humedad hasta ahora no sentida llenaba mi entrepierna y mi mente vagaba en nubes de placer. Apenas fui consciente de cuando mi padre terminó el castigo. 
«123»