1. Las refugiadas 2 - Historia de Danuta 2


    Fecha: 10/08/2019, Categorías: Confesiones Autor: JBWriter, Fuente: TodoRelatos

    ... velas a la vez que mis compañeras de clase seguían riéndose de mí.
    
    Pasó el tiempo.
    
    Tras preguntar discretamente había averiguado que las alumnas de la universidad de Gina solían reunirse los viernes en un bar del centro. Conseguí de una amiga, compañera de clase, que dijese que el viernes por la tarde teníamos que hacer un trabajo.
    
    Entré en el bar y rodeé un par de mesas antes de verla. me dirigí hacia ella.
    
    —Hola —saludé, era tonto pero no se me ocurría otra cosa—, quería pedirte perdón.
    
    —Si alguien tiene que pedir perdón soy yo —me replicó Gina—. Pero estuvo bien. Fue la primera vez que conseguí que mi padrastro me pegase en público.
    
    —Y seguro que te gustó —bromeó una de las amigas y las demás rieron.
    
    —¡Oh! ¡Sí! —replicó Gina—. Hacía meses que tenía que masturbarme después de una paliza de mi padrastro para correrme. No se atreve a darme lo bastante fuerte. Pero la humillación ayudó.
    
    —A todas nos castigan en casa —dijo una de las amigas—, y lo hacen el colegio mayor, pero sólo Gina está lo bastante loca como para decir que le gusta y echarse las culpas de las gamberradas de las demás.
    
    —¡Oh! No sólo ella —replicó otra amiga , que tampoco se había presentado —, no sólo ella disfruta, aunque es la única lo bastante sincera para reconocerlo.
    
    »Y lo bastante desesperada para acusarse de lo que hacemos las demás. —Todas se rieron a carcajadas.
    
    —Y ya va siendo hora de hacer nuevas gamberradas —replicó Gina—. Hace mucho que no me corro en el colegio. Y vosotras elegid con quien la hago, que sé que a todas os gusta, aunque lo neguéis.
    
    Ellas empezaron a protestar y discutir negando que les gustase que les pegaran.
    
    —¿Por qué teneos que hacerla nosotras?, hazla tú y que te pillen, cosa que no quieres —le espetó una tercera —. Déjate pillar fumando y verás.
    
    —Si una se salta una norma —replicó Gina—, no es elegante dejarse pillar. Yo no tengo la culpa de ser más hábil que vosotras.
    
    En eso llegó la camarera con una copa llena de líquido transparente y dos hielos.
    
    —Tu primera copa. —Gina me la entregó —. Como agradecimiento por lo mucho que disfruté en tu cumpleaños.
    
    Mientras la cogía se levantó y me dio un lúbrico morreo.
    
    —Aunque —continuó hablando tras el beso—, por cómo olías tú también disfrutaste. Me gustaría un día comerte ese coñito dulce con tranquilidad, no como allí.
    
    Yo me puse roja mientras sus amigas reían, pero debo reconocer que me encharqué toda.
    
    Me quedé con ellas un par de horas. Y eso pese a que sus amigas, animadas por Gina, no pararon de humillarme y de reírse de mí cuando contaban las cosas que hacían con los chicos. Cuando dije que me tenía que ir me acompañó hasta casa.
    
    —Para ti es nuevo esto… o al menos eso me parece. —Asentí con la cabeza—. Pero aún estás creciendo. Esas sensaciones que la sociedad dice denostar son las verdaderamente naturales. Las que la biología ha entregado a cada mujer, para someternos y gozar de los hombres.
    
    »Cada vez que un hombre folla a una mujer ...