1. No fue traumático


    Fecha: 07/08/2019, Categorías: Hetero Autor: Carlos Josem, Fuente: TodoRelatos

    NO FUE TRAUMÁTICO
    
    Hola, mi nombre es Carmen y escribo estos acontecimientos sin rubor porque ya en su día no me pareció que lo sucedido me afectara ni física ni anímicamente. Ocurrió y lo hice por un bien mayor. Y al contrario de lo que muchos puedan pensar, estoy satisfecha de haber actuado como lo hice.
    
    Mi padre es ejecutivo de una gran organización. Comenzó como comercial pero pronto lo fueron ascendiendo dada su intuición y sus dotes de liderazgo. En un momento crucial de su carrera necesitó de una ayuda extra que yo misma le proporcioné para que siguiera subiendo en el escalafón.
    
    Mi madre es una señora a la que le encanta eso de vivir bien sin tener que trabajar. Dejó su empleo cuando vio que no hacía falta esforzarse por obtener todos sus caprichos. Ahora sus preocupaciones se centran en vestirse bien y relacionarse con gente de dinero.
    
    Mi relato personal comienza cuando aún vivíamos en un pequeño piso y no teníamos ni para irnos modestamente de vacaciones. Yo estaba en el instituto y mi hermano aún terminando la primaria.
    
    Los jefes de mi padre nos invitaban a menudo a pasar los fines de semana en el campo en alguno de sus chalés. Le daban mucha importancia a eso de juntarnos como una gran familia, en el pensamiento de que mientras mejor nos conociéramos mejor irían los negocios.
    
    Aquello me gustaba porque aparte de relacionarme con gente maja, también podía disfrutar del lujo de sus posesiones. Por eso, a pesar de que disfrutaba poco de la presencia de mi padre, deseaba que al menos pudiera conseguir algún día ese bienestar para nosotros.
    
    Aquel fin de semana mis padres tenían que quedarse con mi hermano en una convivencia escolar. Mi padre me dejó bien temprano en la casa de campo del primo Juan y dándome dos besos me dijo: pórtate bien y sé obediente: esa frasecita tan cursi que suelen soltar para que los hijos no les dejen en ridículo o evidencia.
    
    Tras terminar los deberes me pareció bien ayudar a Juan que ya había limpiado la piscina y ahora cortaba el césped. Empezó a darme conversación preguntando si tenía amigos o novio y cosas así. Aunque sus preguntas eran cada vez más personales, yo intentaba esquivar decir la verdad: que aún era virgen aunque ya había estado con varios chicos.
    
    Me sorprendió que llegaran Ricardo y Esteban tan pronto, además sin mujeres e hijos. Dijeron que era para ir preparando la barbacoa y demás. Como de costumbre, me saludaron con dos besos y unas palabras bonitas.
    
    Ricardo era el jefazo, un hombre fornido de 56 años que hacía gimnasio y running. Su porte siempre recto, sus canas en las patillas y su atenta mirada le daban un aspecto de persona curtida, atenta y bien educada.
    
    Esteban tenía 42, delgado y de estatura media. Me gustaban sus ojos claros y su sonrisa siempre puesta como si fuera algo que viniera con él desde que nació.
    
    Juan era el más joven con 34 años. Bajito y regordete y con una cantidad de pelo rizado en el pecho que me hacía mucha gracia.
    
    Llegó un momento ...
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