1. La fiebre de la ninfa


    Fecha: 11/03/2023, Categorías: Primera Vez Autor: Hades, Fuente: CuentoRelatos

    ... encima del clítoris sobresalido. El cura posó su mano en el vello. La joven trató de inquirir algo, pero él levantó la cabeza para decirle que no se moviera, que no abriera los ojos sino hasta después de avisarle. Y volvió a lo suyo. Con los dedos índice y pulgar le abrió los labios de la vulva. Por dentro era rosada. En el fondo contempló una capita de piel que parecía elástica. El cura le tracuteó las paredes vaginales. Luego, inclinando la mitad del cuerpo hacia delante, metió la cabeza entre sus piernas y comenzó a lamerle el sexo. Le pasó la lengua de abajo hacia arriba, primero suave, después rápido, otra vez suave, y la metía y la sacaba como un animal de sangre fría. Dibujaba círculos alrededor del clítoris. De pronto sintió en su boca una sustancia viscosa que no era saliva; eran los efluvios naturales de aquel sexo. Sintió el sabor en la lengua. Era un sabor insípido y nada especial, pero a él le sabía a gloria. Era un tanto salobre, pero a él le parecía dulce. En eso ella le había cogido la cabeza con las manos y, soltando tenues gemidos, le acariciaba los cabellos como si estuviera haciendo un masaje.
    
    Ya está lista, pensó el cura.
    
    Se enderezó. Cogió las piernas de la joven y las inclinó hacia su débil cuerpecillo. La joven estaba en popa, con los talones arriba. El Padre Yojan, entonces, se llevó las manos al cinturón y se lo desabrochó, desabotonó el pantalón y se lo bajo con el pantaloncillo. Ahora tenía su pene erecto, erguido frente a la vulva de la muchacha. Pero ella no podía ver lo que tenía enfrente porque sus ojos estaban cerrados. Era un pene grueso, moreno, ligeramente curvado hacia la izquierda, que medía como una cuarta. El Padre se lo agarró y lo acercó a los labios vaginales. Lo deslizó de arriba a abajo, de abajo a arriba, y humectó el glande con la lubricación de ella. El cura recordó unos versos:
    
    ¡Cuánto mejores que el vino tus
    
    amores,
    
    Y el olor de tus ungüentos que todas
    
    las especias aromáticas!
    
    Intentó meter el pene. Sólo cabía la cabeza y un poquito más. Luego lo fue empujando lentamente a través del vello húmedo y sedoso de los labios mayores y lo introdujo hasta la mitad. Escuchó un quejido. Miró el rostro de la joven; vio que tenía la boca abierta y el ceño fruncido en una mueca de dolor y placer mezclados. Suavecito comenzó a meter y a sacar el pene mientras le masajeaba el clítoris con el pulgar. Le pasaba la otra mano por el abdomen. La joven lubricaba más y más cada vez que el cura hacía una presión. Entonces embistió con un golpe rápido, sacó y metió la verga hasta el pegue. Algo tronó. La sangre se esparció por el escritorio. No mucha. La joven aumentó los quejidos y el cura le tapó la boca sin dejar de penetrarla... Hasta que se vino, dentro de ella. Luego sacó el pene, se lo limpió con cualquier cosa, y se alzó el pantalón. A ella le puso la pantaleta.
    
    -Ya puedes abrir los ojos -le dijo.
    
    La joven los abrió. Estaba un poco mareada. El Padre la ayudó a incorporarse, la ayudó a ...