1. La fiebre de la ninfa


    Fecha: 11/03/2023, Categorías: Primera Vez Autor: Hades, Fuente: CuentoRelatos

    Ese domingo, al mediodía, se acababa de oficiar la misa en la iglesia de San Moreno, ubicada en Villa Montaraz. Los feligreses se levantaban de las banquetas de madera lustrada y se dirigían a la salida conversando entre si. No así una joven con edad de 18 años, aspecto delicado y tímido, de piel blanca, largo cabello negro y ojos de color azul oscuro, que vestía un traje acampanado y grisáceo que acentuaba aún más su puritanismo. Esta chica, en vez de ir hacia la salida, se acercó al púlpito. Allí el sacerdote había terminado de recoger unos papeles y los había metido entre las páginas de la biblia; daba media vuelta cuando, a su espalda, escuchó la voz de la joven.
    
    -Padre Yojan.
    
    -Hija mía -dijo el cura, volviéndose.
    
    -Es que quería hablar con usted.
    
    -¿Sí?
    
    -Bajo confesión...
    
    -Bueno, déjame guardar unas cosas y ya estoy contigo. Espérame en el confesionario.
    
    Sacerdote: Alabado sea Jesucristo.
    
    Feligresa: Sea por siempre alabado.
    
    S: ¿Cuándo fue la última vez que te confesaste?
    
    F: Hace como dos semanas.
    
    S: Y ¿qué pecados has cometido?
    
    F: Verá, Padre. Lo que pasa es que en estos días he experimentado ciertos cambios... en mí.
    
    S: ¿Qué tipo de cambios?
    
    F: Me da un poco de vergüenza.
    
    S: No tengas pena, hija. Dime lo que quieras decirme sin ningún temor. Soy tu sacerdote. Ya sabes que en mí puedes confiar plenamente.
    
    F: Padre, hace poco tuve un sangrado por ahí abajo. Tengo miedo.
    
    S: ¿Por dónde?
    
    F: Pues... por ahí abajo.
    
    S: ¿Es decir, por tus partes?
    
    F: Sí.
    
    S: ¿Nunca te había pasado antes?
    
    F: No.
    
    S. ¿Qué edad tienes?
    
    F. Dieciocho años, Padre.
    
    S. ¿Cómo? Debe de haber algún problema. Te has desarrollado tarde. Pero bueno eso no es más que la menstruación. Te ha venido la regla. Todos los meses, de ahora en adelante, te va a bajar sangre por ahí. Es natural. A tu edad, ya es para que hubieses tenido esos cambios. Los cambios propios de la adolescencia. Las caderas se te ensanchan, los senos te aumentan de tamaño, te sale vello ahí abajo, la cara se te brota de acné. En fin, cambios miles. ¿No has hablado con tu madre?
    
    F: Me da vergüenza, Padre.
    
    S: ¿Y con tus amigas?
    
    F: No.
    
    S: ¿No tienes amigas?
    
    F: Sí, pero no he hablado con ellas de esto.
    
    S: Bueno, a fin de cuentas tampoco ellas sabrán mucho acerca del tema.
    
    F: Padre, no sé qué hacer. Estoy muy confundida. Sobre todo porque también he sentido..., no sé cómo decirle.
    
    S: ¿Deseos?
    
    F: Eso, creo. Es algo muy fuerte. A veces los senos se me endurecen en las puntas y siento un calor por todo el cuerpo. Una mañana, Padre, me desperté en mi cama, y al tentarme ahí abajo, vi que tenía la pantaleta empapada de una sustancia babosa.
    
    S: ¿La oliste?
    
    F: No. Me dio asco.
    
    Silencio.
    
    F: ¿Padre?
    
    S: Aquí estoy, hijita.
    
    F: No sé qué será eso. Me siento confundida.
    
    S: ¿Has tenido sueños eróticos?
    
    F: ¿Sueños eróticos?
    
    S: Sí, sueños en los que tú y alguien más juegan desnudos.
    
    F: No, Padre; la verdad es ...
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