Joanna – 13 Paseando a Yazmy - Relatos Eróticos

Joanna – 13 Paseando a Yazmy

... pantalones, mostrarle su verga y decirle “Misterio del Justine”, él sabrá lo que hacer, el hombre contento y excitado le pellizca los pechos y tras darle un par de manotazos en el culo se va, No podemos contener la risa, incluso ella sonríe satisfecha, imaginando la que le espera cuando le enseña la verga a un armario como él que debe tener aquella cantante como jefe de seguridad.

Luego la levantamos y seguimos paseando, ella cada vez está más excitada y menos asustada, le empieza a gustar, mostrarse desnuda y sensual, con sus patas llenas de esperma reseco y su culo azotado, oye gente, ruido, pero en su oscuridad, solo ha de seguir la correa que tira de su cuello, solo es una perrita caliente, una esclava sumisa, a quienes sus dueños exhiben orgullosos. De pronto un calambrazo recorre sus pechos, se encorva de dolor, pero al instante se levanta, los muestra duros y potentes, aunque un sudor cada vez más intenso recorre su frente, ahora hemos activado el vibrador de su vagina, dolor y placer entrelazados que hacen que la perrita tense sus músculos mientras impaciente espera cuál de los dos sensaciones nos apetece hacerle sentir.

Seguimos paseando, un tirón hace que se pare, alguien en silencio la toca, estira sus pechos, acaricia sus nalgas, ella nerviosa está expectante, excitada, ciega ante aquellas manos, unos dedos bajan su barbilla, ella con la boca abierta saca la lengua, mientras unos dedos de mujer entran en su boca, se empapan con su saliva, para luego bajar hasta su vagina, da un respingo, más por sorpresa que por miedo, cuando aquella mano se entretiene jugueteando con su clítoris, ella se abre de patas, para que aquella mano pueda seguir tocándola, mientras su vagina empieza a vibrar con el aparato insertado en ella.

Vemos como suda, se aprieta los puños, jadea, mientras aquella desconocida disfruta de ella, y la hace disfrutar, Yazmy nota como alguien la coge de sus pechos, los soba, los magrea, los levanta, ella oye gente, ruido, estamos en uno de los bares, las mesas llenas, gente charlando, riendo, y ella allí desnuda y sumisa entregada a las caricias de aquellas manos, de aquellos dedos.

Me gusta mirarla, ver como su cuerpo se mueve, se contrae, se arquea, ver como su entrepierna se moja de deseo, de placer, como su instinto sumiso la hace disfrutar de su miedo, de su vergüenza, de cada caricia que recorre su piel, Nuria le da al mando y una ligera descarga en sus pezones, hace que gima, que se deje caer entre mis manos, mientras no puede evitar correrse entre aquellos dedos menudos y agiles que juguetean en ella. Luego abre sumisa la boca, para limpiar aquella mano que ella misma ha ensuciado.

Un nuevo tirón de su correa, hace que siga andando, mientras no puede dejar de pensar en aquella mujer, quien era, la conocía, era una ama, otra trabajadora, unas preguntas sin respuesta, que cada vez la excitan más.

Otra vez paramos su correa, oye como abrimos una puerta, estamos entrando en un camarote, una vez dentro, ...