1. Mi primo, sus amigos y una cámara de vídeo


    Fecha: 29/07/2019, Categorías: Gays Autor: JHG, Fuente: TodoRelatos

    ... Espero que no te sientas incómodo.
    
    -Yo? Por qué? - preguntó un poco ruborizado.
    
    Tras un breve silencio, prosiguió su interrogatorio:
    
    -Cuánto hace que lo contaste? A mí me parece muy valiente por tu parte.
    
    -Pues...hace unos 10 años más o menos. Nunca he tenido problemas. La verdad es que no...
    
    -Y tienes pareja? - me interrumpió bruscamente.
    
    -La tenía hasta hace unos meses. Pero ahora estoy solo.
    
    -Vaya, lo siento. Ninguno de mis colegas tiene pareja tampoco. Por cierto, los he invitado este finde a casa para celebrar mi cumple, que fue la semana pasada. No sé si tenías planes, pero estás invitado si quieres. Estoy seguro de que no te aburrirás.
    
    La propuesta me pareció fenomenal, sobre todo porque no tenía otra. Además, después de tanto hablar de ellos, sentía curiosidad por conocerlos. Sabía sus nombres, sus aficiones, sus gustos... Ya tocaba ponerles cara.
    
    Al salir de la piscina para acostarnos, no pude evitar fijarme en un detalle. La tela mojada del bañador de mi primo se ceñía a su anatomía como una segunda piel y dibujaba en la entrepierna un bulto más que llamativo. Fue fugaz, pero suficiente para ver que estaba en erección. Sus esfuerzos por taparse con la toalla lo delataron. Sin hacer comentario alguno, ambos nos dirigimos a nuestras habitaciones.
    
    Ya acostado, en la oscuridad de la estancia y a punto de quedarme dormido, un ruido me sobresaltó. Juraría que había sido la puerta. Miré hacia ella; estaba medio abierta y estaba seguro de haber visto una silueta saliendo. Pero no, estaría soñando. Cerré los ojos, los abrí de nuevo y volví a mirar hacia la puerta. Seguía entreabierta. «Habrá sido el aire», pensé. Al levantarme para cerrarla distinguí luz en el pasillo, que provenía de la habitación de mi primo. Instintivamente relacioné ambos hechos, mezclados con la visión de su erección de hacía unas horas. «No, no puede ser. Es Luisito. Él no...» Lo mejor, me dije, era investigar. Con sigilo salí de la habitación y me acerqué a la puerta de su habitación. Lo que vi a través de la rendija provocó en mí un estallido de excitación inmensa.
    
    Luis estaba de pie frente a un trípode que sostenía una cámara de vídeo. Llevaba puesto mi bañador y se estaba masturbando. Primero masajeaba su polla, que se veía dura como la roca, por encima de la tela, estirando desde atrás para que se ajustara lo más posible. Luego metió la mano por dentro y dejó a la vista solo el glande mientras jugaba con sus pelotas. Pasaba a veces un dedo por la punta y se lo llevaba a la boca, deleitándose con el sabor de su presemen. No me hizo falta verlo destapado para entender el portentoso tamaño de su pene. En un momento dado humedeció bien un dedo para introducírselo en el ano, a la vez que giraba la cabeza para enfocarla hacia su axila y aspirar bien profundo. El sudor ya hacía tiempo que empapaba su frente y se deslizaba cuello abajo. Y así, con el dedo clavado hasta el fondo y el glande babeante a la vista, comenzó a mover sus caderas ...