1. Mi primo, sus amigos y una cámara de vídeo


    Fecha: 29/07/2019, Categorías: Gays Autor: JHG, Fuente: TodoRelatos

    Los veranos siempre han sido sinónimo de tranquilidad para mí. Como estudiante, solía acabar los cursos sin suspensos y nunca tuve la necesidad de trabajar, por lo que si algo tenía era mucho tiempo libre. Y ahora, como profesor, sigo teniendo unas vacaciones estivales largas y ociosas. De ello se aprovechaban mis padres, encargándome trabajos en casa, y también familiares y amigos en busca de un profesor de apoyo para tratar de "enderezar" el rumbo de sus hijos.
    
    Eso fue lo que sucedió con mi primo Luis. Yo tenía entonces 30 años, y él, con 18 recién cumplidos, había repetido curso, por lo que tendría que permanecer un año más en el instituto. El disgusto de sus padres era monumental, y me pidieron que me instalara en su casa durante el tiempo que ellos estarían de viaje para vigilarlo y ayudarlo con las materias pendientes. Quisieron pagarme, pero me negué; cosas de familia. Al principio sonaba raro eso de sacrificar dos semanas para "cuidar" de un adolescente, pero el plan, en el fondo, resultaba muy tentador. Una estancia con gastos pagados en un chalet grande, con piscina y un buen jardín, en un residencial de lujo y a pocos pasos de la playa...imposible decir que no.
    
    Lo primero fue ponerme al día con la casa y conocer a mi nuevo alumno. El Luisito que vi por última vez hacía cinco años había cambiado mucho. Me superaba en altura, en su físico se hacían evidentes las horas de gimnasio y deporte, y lucía varios tatuajes en ambos brazos. Su pelo era castaño claro y rizado, sus ojos color miel, y sus facciones muy regulares. El conjunto lo hacía muy atractivo. Pese a la edad y su mal historial académico, comprobé de inmediato que era extremadamente educado y atento. Su problema no era de actitud ni de capacidades. Sencillamente no estaba seguro de querer seguir estudios universitarios. Quería replantearse las cosas, considerar otras alternativas, y no sentía la motivación necesaria. Lo cierto es que, aunque entendía perfectamente sus motivos, le animé a seguir adelante e ir a por todas para aprobar el curso, aunque fuese solo por dejar de sufrir los reproches de mis tíos.
    
    Llegado el momento de empezar a trabajar, decidimos planificar los días dejando las mañanas para el estudio y las tardes para el ocio. Y funcionó. Congeniamos pronto y aprovechábamos bien el tiempo. Por las tardes, entre baño y baño, jugábamos a videojuegos, hablábamos de música, cine... Una noche, después de cenar y ver una película, nos fuimos a la piscina a refrescarnos mientras seguíamos poniéndonos al día con nuestras vidas. A él le encataba hablar de sus amigos. Lo que más lamentaba de repetir curso, decía, era distanciarse de ellos. Los conocía desde Primaria, se veían casi a diario, y los sentía como hermanos. El asunto de las relaciones sentimentales no tardó en aparecer. Luis solo hizo referencia escueta a un par de escarceos con amigas. Parecía bastante más interesado en mi historia:
    
    -Mi madre me ha contado que eres gay – comentó sin rodeos.
    
    -Sí. ...
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