Las refugiadas - Revisiones ginecológicas 6 - Relatos Eróticos

Las refugiadas - Revisiones ginecológicas 6

... Anastasia».

Mensaje de Master_Brian a natividad_zoofilica Viernes 26/08/2022

«Ya está concertada la cita en el médico. Un Cabify te recogerá a las 16:00 para llevarte en la puerta de la heladería. Ves en ayunas. Eso quiere decir que no tomes nada desde la cena anterior.

Quiero que le dejes a la doctora un sobre cerrado con tu número de WhatsApp y tu correo electrónico. También que le digas que me de toda tu información médica a mí.

Después de la visita te impondré el castigo que me enviaras por aquí… o por otros medios que te explicaré. La respuesta te la daré por WhatsApp y para ficheros medianos usaremos el correo electrónico».

Mensaje de natividad_zoofilica a Master_Brian Viernes 26/08/2022

«Si, Señor, ahi estare en ayunas»

El martes Natividad estaba nerviosa. Hambrienta y nerviosa. No había cenado. No tenía suficiente dinero para hacer más que una comida al día y pagar el alquiler… y eso estirándolo. Llevaba una semana a base de arroz blanco. La única proteína y grasa que había podido tomar era la de algún que otro helado que se tomaba cuando no había público. Se había puesto el uniforme de la heladería, aunque sin la placa del nombre ni el gorrito. Era lamentable, pero eran las únicas ropas nuevas y en buen estado que tenía, el resto eran restos obtenidos de los deshechos de algunas tiendas de segunda mano y unos vaqueros y una camiseta rotos y gastados de la casa de acogida.

Una berlina negra paró en la puerta de la heladería. El chófer, el mismo que vio con las dos chicas, salió, rodeó el coche y se acercó a ella.

—¿Perdón, es usted doña Natividad Navarro?

—Sí, soy yo. Pero no me trates de usted que no soy una vieja.

—Disculpe. Normativa de la empresa. —Le abrió la puerta—. Si quiere entrar.

Ella se sentó era un vehículo cómodo. Mucho más que el autobús que la trajo desde Madrid cuando la soltaron desde el centro de menores, que fue su último viaje en un vehículo.

—Daremos algunas vueltas —le informó el chófer—, ya que me han indicado que debe llegar a las 17:20 exactas.

—Sin problema.

El vehículo era cómodo y el aire acondicionado hacía que ese estuviera mejor allí que en el exterior. Lo único que lamentó Natividad era no poder comer ni beber nada de lo que el chófer le ofreció. A las 17:20 paró justo en la puerta del patio. El chófer salió del coche, dio la vuelta a él mientras Natividad trataba infructuosamente de abrir la puerta; dejó de intentarlo cuando él llego a la misma por el exterior la abrió.

—Este es su destino, señorita.

—¿Cuánto le debo? —preguntó temerosa cayendo en que probablemente no llevase suficiente dinero para ello—. Por el servicio.

—No se preocupe —contestó el chófer—. Está todo pagado, incluso la propina.

El chófer cerró la puerta, dio la vuelta al coche y se fue, pues estaba parado en el carril bus. Natividad cayó en la cuenta de que no sabía cuál era la puerta de la ginecóloga. Se acercó al patio. Por suerte, de todas las placas, solo una ponía ginecóloga. ...