1. El hombre quieto


    Fecha: 26/07/2019, Categorías: Hetero Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... funcionamiento todo el sistema de lubricación interna.
    
    La actitud de Gloria, en cambio , era mas bien de preocupación , con un poco de rabia sostenida. Sabía muy bien que no era ese instrumento el que ella conocía y accionaba las pocas veces que Fernando parecía responder a sus reiterados estímulos eróticos , la mayoría de las veces sin resultados eficaces , de manera que llegó a la conclusión que el fenómeno se debía a la observación directa de mis tetas y decidimos repetir la experiencia .
    
    Durante la cena del viernes siguiente estábamos ansiosas por saber que sucedería, de manera que rápidamente pasamos a la sala , provistas de los tragos correspondientes y a propósito iniciamos una conversación estúpida para facilitar el sueño de Fernando , de modo que a los pocos minutos los rítmicos ronquidos del hombre invadieron la sala.
    
    Comencé yo entonces a mostrar a Gloria lo delicado de la ropa íntima que me había comprado ese día para lo cual me despojé del resto , caminando por la pieza como por una pasarela.
    
    Las dos presenciamos entonces , arrobadas, como se iniciaba la reacción de Fernando . Gloria entusiasmada liberó su miembro para poder observar el fenómeno con detención. Yo continuaba mi presentación ahora estimulada por el grosor de ese cilindro que me cautivaba . Nos llamaba poderosamente la atención si , que Fernando no había abierto los ojos en ningún momento y por lo tanto no me había visto , sin embargo su miembro parecía crecer y engrosar en cada momento , como si estuviese disfrutando realmente del espectáculo.
    
    Yo estaba ardiendo y me había desnudado completa , realizando una especie de danza ritual frente a ese falo extraordinario. Gloria había sufrido un impacto parecido y a los pocos momentos las dos bailábamos desnudas como en una especie de homenaje . Fernando no se movía y estirado en el sillón parecía tener en su centro un imán poderoso del cual no podíamos separar la vista . En un momento , Gloria sin poder reprimirse avanzó hacia su marido y separando las piernas , se inmoló sobre ese fenomenal trozo de carne , que desapareció en su profundidades en medio de una serie de gritos orgásmicos que a mi me llevaron casi al paroxismo , pero que no lograron sacar a Fernando de su estado casi cataléptico.
    
    Cuando Gloria al parecer saciada y feliz abandonó el trono en el que se había clavado hasta sus orígenes , generosamente, como corresponde a una buena amiga, me ofreció que ocupara su lugar , cosa que yo esperaba con ansiedad e incontrolable deseo. Me aproximé pues y cuando lo tuve a mi alcance no resistí la tentación de tocarlo. Era todo lo que había ansiado , esa densidad, esa consistencia pesada, esa presencia definitiva entre mis manos. No estaba rígido e insultante como una lanza juvenil . No. Era un tronco maduro lleno de sabiduría e historia , sereno y consciente de su poder Lo tomé con ambas manos para acunarlo en mi palma , para acariciarlo con ternura , para decirle con presiones suaves que con su sola ...