1. Tu, mi complemento perfecto 2


    Fecha: 03/12/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Bella15, Fuente: TodoRelatos

    ... estabas bien —expresé, al mismo tiempo que uní nuestros labios.
    
    Que sensación más placentera, había echado de menos el contacto de sus labios y el calor de su cuerpo. La besé por un largo tiempo hasta que el aire nos hizo faltaba y ella se separó.
    
    —Charlie, ya hablamos sobre esto —su tono de voz era distinto. Ya no era tan cariñoso como antes.
    
    Pero cuando estuve a punto de expresarle algo, sentí como alguien nos llamó y fui presa del miedo, ¡Me habían pillado! ¿Cómo saldría de esta? Sin embargo, mis temores se fueron desvaneciendo, al escuchar como Malya hablaba con aquella mujer.
    
    —Necesito que te vayas, no quiero que te metas en problemas por mi culpa —dijo, con un abismo de preocupación.
    
    —No quiero irme, no todavía. Ni te imaginas lo he que me ha costado venir a verte —intenté explicarle.
    
    —Charlie, te dije que necesitabas continuar con tu vida, yo no tengo nada que ofrecerte —acarició mi mejilla.
    
    —No puedo hacerlo, yo aún te amo —sostuve su rostro.
    
    —Pero yo a ti no te amo—pronunció, con una frialdad que me heló la piel—Vete o no podre protegerte —intentó marcharse, pero la detuve.
    
    —No te creo y lo sabes —la encaré.
    
    —Pues deberías hacerlo —me miró desafiante.
    
    —Sin importar cuánto me rechaces o cuánto insistas que debo continuar con mi vida, quiero que sepas que siempre te estaré esperando Malya —le di un último beso y salí corriendo de ese lugar.
    
    Las lágrimas recorrían mis mejillas, tras ese recuerdo amargo, pero feliz al mismo tiempo. Por mucho que me esforzara en olvidar a Malya, ella seguía incrustada en mi corazón. Suspiré para calmar mis emociones y comprendí que aún seguía enojada con ella, sentía rabia, impotencia, tristeza y desilusión, ¿Por qué se empeñaba en alejarme de su lado?, ¿Por qué no se daba cuenta de que de verdad la amo? Te odio tanto Malya. Llevé mis manos al rostro para limpiar el rastro de humedad que tenían mis mejillas, necesitaba desesperadamente sacar todo esto que tenía por dentro, pero no sabía cómo, necesitaba olvidarla, necesitaba dejar de llorar por un pasado que jamás volverá.
    
    —¿De nuevo pensando en ella? —escuché la voz de mi hermano.
    
    —¿Hace cuánto estás allí? —pregunté, al terminar de limpiar mis lágrimas.
    
    —¿Eso importa?—dijo y yo negué con un movimiento de cabeza—¿Te sientes mejor? —se acercó para abrazarme.
    
    —Sí, me siento un poco más ligera —expuse, al mirar sus ojos oscuros.
    
    —¿Quieres que volvamos a esa residencia de acogida para intentar verla? Ya sabes, con la intención de que deseo adoptar un hijo —bromeó.
    
    Adoraba su manera de levantarme el ánimo y pretender que no le dolía verme en ese estado. Era tan buen hermano, que no comprendía por qué no podía tener hijos propios y eso dolía, porque él se merecía tener una familia.
    
    —Me encanta tu idea, pero ambos sabemos que ella quizás ya no esté en ese lugar —respondí.
    
    —Veo que has estado usando la matemática para algo productivo —soltó de repente, al percatarse que, desde hace mucho, llevaba la cuenta ...