1. La vendedora


    Fecha: 13/11/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Virjal, Fuente: TodoRelatos

    ... solía cubrirlas bien para evitar indecentes o agresores en las calles. Sus pezones eran rosados y con una aureola más grande que la mía. Los apretaba y masajeaba para hacerla gemir. Aquellos ruidos eran ensordecidos por mis besos y mi lengua. No me importaba que se quedara sin aire. Sólo quería sentirme poseyéndola.
    
    —Soy una puta— dijo al liberarse de mi boca—. Ni siquiera sé tu nombre.
    
    Pasé mi lengua desde su mandíbula, pasando por su mejilla y deteniéndome cerca del ojo. Sentía su corazón latiendo a toda velocidad.
    
    —¿Acaso importa?
    
    La volví a besar y ella me tomó del cabello como si así asegurara que no la dejara de besar. Yo, en cambio, solté su teta y la dirigí a su pierna, la cual acaricié hacia arriba, hacia su falda.
    
    —¿Qué haces? —preguntó entre jadeos.
    
    —Cobrando.
    
    Levanté la falda y la dirigí hacia el calor. Me topé con una capa de tela, una delgada tanga con la que buscaba seducir a Rogelio. No fue problema para mí. Acaricié su rajita desde atrás, deleitándome con la humedad. Mi segunda pasada fue aún mejor, pues la sentí mucho más mojada. Para la tercera me invitaba a entrar.
    
    Pero no. La magia se podía hacer sin penetrarla. Mis caricias eran suficientes, incluso sobre la tela. Sin embargo, quería sentir su carne húmeda. Pero no fui yo quien lo hizo, sino ella. Sus ojos dilatados me miraban deseosos de que lo hiciera. Apartó la tanguita lo suficiente para que mis dedos se deslizaran y sintieran aquellos pliegues carnosos y hermosos. Su pelo púbico por arriba y una rosadita vulva despidiendo un aroma lleno de deseo. Las puntas de mis dedos la recorrieron arrancándole grititos hasta que me centré en su pequeño, pero hinchado, clítoris.
    
    Menos es más… al menos al inicio. Me lamí la mano sólo para frotárselo. Inicié con calma, pero un grito suyo me indicó que estaba siendo muy precavida.
    
    —¡Más fuerte!... ¡Más rápido!
    
    Me sentí como DJ. Con la punta de los dedos frotaba su hinchado clítoris, pero el sonido no se producía en altavoces, sino en su boca. La abría y cerraba como si buscara respirar mejor. Parecía un pez fuera del agua, si es que pudieran poner los ojos en blanco y gemir. Sus manos trataban de sujetarme, como si se resistiera, pero sólo era su cuerpo buscando cómo lidiar con aquella sensación tan desconocida: el placer.
    
    Comenzó a jadear y a babear. Lo único que se me ocurrió para callarla fue ponerle mi teta derecha en la boca. Su instinto prenatal de mamar se reactivó y comenzó a succionar, lamer y chupar. Me dolía, pero se sentía tan bien.
    
    —Hazlo como a ti te gustaría que te lo hicieran, Martita —Dije, también jadeando y luchando por concentrarme en frotarla.
    
    Su lengua hacía círculos en mi pezón y yo no pude contener mis jadeos.
    
    —Métemelos —dijo con tono suplicante, sólo para volver a su labor en mi pecho
    
    Yo vivo para cumplir los deseos de las damas. Primero metí mi dedo medio. Ella soltó un fuerte gritito. Lo saqué y metí por unos segundos, pero luego dije “¿Por qué limitarme?”. Metí ...
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