1. Mi año sabático


    Fecha: 21/07/2019, Categorías: Hetero Autor: RolandDeschain, Fuente: CuentoRelatos

    ... la discoteca. Rebeca compro un par de botellas de Ron.
    
    Rebeca: Te dije que no me emborracharía aquí para que no tengas que hacer el viaje solo. Pero nunca prometí que no llevaría alcohol para que ambos nos emborrachemos en casa. No creas que la fiesta ya terminó.
    
    Y no lo había hecho. Por lo contrario, apenas había comenzado.
    
    ***
    
    Cuando llegamos a casa, pusimos música en el celular para que sonara en el parlante que usábamos para las clases. Nos servimos un trago para cada uno y seguimos bailando. Esos dos tragos, se convirtieron en 4, luego en 6 y 8 hasta que la primera botella de vacío por completo. La única razón por la que dejábamos de beber era para bailar, y solo dejábamos de bailar, para beber. Ya estábamos tan entonados con la bebida que empezamos a bailar de esa manera en que unicamente las personas desinhibidas y que se tienen absoluta confianza pueden hacerlo.
    
    Algo que muy pocas personas se dan cuenta, es que en su gran mayoría, el baile, o por lo menos los ritmos latinos, son rituales de seducción. Y bajo las circunstancias correctas, una bachata, o una salsa pueden convertirse en el mejor afrodisíaco. Pero, de entre todos los ritmos latinos, aunque es el que menos nos gusta, el reggaetón, se lleva el premio. Puesto que, mas que una insinuación, el perreo es un simulacro del acto sexual. Siendo la única diferencia entre ambos la presencia o ausencia de la ropa.
    
    Eso fue algo que ni Rebeca ni yo tuvimos en cuenta esa noche, cuando, con botella y media de ron en la sangre, empezó a sonar una antigua y conocida canción de reggaetón. En el animo que estábamos, empezamos a darlo todo. Nuestros cuerpos se movían al ritmo de la música. Se frotaban y deslizaban el uno en el otro, Las manos de Rebeca me aferraban la nuca mientras ella ondulaba su cintura contra mi pelvis. Mis manos la recorrían de arriba a abajo pasando por el costado de sus pechos y cintura, presionando mi entrepierna cuando ella se acercaba. En cierto punto de la canción le di la vuelta y la arrimé contra una de las paredes. Mientras embestía frenéticamente mi pelvis contra sus nalgas. Y cuando estábamos ambos llegando al clímax con la ropa puesta. La canción termino. Sin decir ni una sola palabra caímos rendidos sobre el sofá del salón. Ambos empapados de sudor y con la respiración agitada.
    
    Solo entonces, y cuando la euforia del momento se disipaba. Nos dimos cuenta de lo que habíamos hecho hace un momento. Para intentar disimular mi consternación, me levante a servir otro par de tragos. Cuando regresé le ofrecí el uno a Rebeca, y me volví a sentar junto a ella. Tratando de disimular la erección que me había causado el intenso roce con su cuerpo. Ella, sin darse cuenta de eso, o al menos eso pensaba en ese momento, se acerco a mi y se recostó a mi lado, apoyando su cabeza en hombro muy cerca de mi rostro, y apoyando su mano sobre mi abultado abdomen.
    
    Estaba muy cerca, podía sentir su aliento sobre piel que dejaba descubierta mi camisa. Podía oler su ...
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