1. Tren hotel


    Fecha: 22/03/2019, Categorías: Gays Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... juego de caricias, antes que nuestras bocas se fundieran decididamente en una sola.
    
    Podía sentir su respiración en mi cara, y nuestras narices se unieron al juego erótico de un beso, cuya pasión fue aumentando. No pudimos resistir más, y nos decidimos a un beso profundo y húmedo que nos unió. ¡Joder! ¡Qué bien besaba ese chico!: Con una ternura y una pasión increíbles.
    
    A poco andar, nuestras lenguas también se unieron en una sola, y juntas sólo podían pronunciar las palabras de la excitación, ese lenguaje de movimientos, respiraciones entrecortadas y miradas al alma. Me acarició mi cara cuando nos separamos un instante para mirarnos detenidamente. Le respondí recorriendo con mi mano su mejilla y su barbita:
    
    ¡Era tan suave como parecía!
    
    El tren seguía su marcha y nuestro viaje privado, también. Seguíamos acariciándonos las caras y cerramos nuestros ojos. Sus dedos querían explorar mi rostro y después que obtuvieron un levantamiento de mis pliegues y curvas, quisieron explorar mi boca. Intrusamente, uno de ellos se abrió paso entre mis labios y le abrí la puerta. Me lengua recibió y saboreó tres de sus dedos, mientras mi mano exploraba su pecho y debieron detenerse en sus pezones, hinchados como dos granos de uva maduros, cuyas semillas deseaban salir y gemían por ser apretados y estrujados.
    
    Xose trabó la puerta y terminó la bajar la cortinita de la ventana, proporcionándonos un escenario propicio para seguir amándonos. El tren seguía su marcha y nuestro viaje privado, también.
    
    Ya había conseguido abrirle tres de los botones de su camisa, y acariciaba su pecho. Por encima de mi camisa, Xose rascaba mi espalda y nuestros gemidos eran la más clara demostración que estábamos por la labor de conducir nuestro tren hasta el final del trayecto, la felicidad.
    
    Una parada inesperada: El funcionario de los ferrocarriles que golpeó para revisarnos los billetes. Después de verificados, el conductor no deseó buen viaje, nos informó que viajaríamos solos hasta Sants, nos guiñó un ojo y
    
    cerró la puerta. Con Xose nos miramos y reímos. Él se encargó de trabar la puerta y se quitó su camisa. Le imité el ejemplo y desplegamos una litera. Me acosté sobre ella, Xose se puso sobre mí y seguimos besándonos y
    
    acariciándonos.
    
    Su pene batallaba por salir de su claustro y el mío también. Para no darles en el gusto de inmediato, los hicimos luchar entre ellos por sobre nuestros vaqueros, hasta que Xose bajó su mano y la metió dentro de mis pantalones. Como pudo, acarició mi verga ardiente desde su base hasta su punta. Bajó la cremallera de mis pantalones e hizo rodar su boca, recorriéndome con su lengua mi abdomen. Bajó mis pantalones y dejó mi inhiesta verga mirando hacia el cielo, ansioso de alcanzarlo.
    
    Su lengua exploradora recorrió mis vellos púbicos, conoció cada pliegue de mi escroto y emprendió una maravillosa marcha hacia arriba, hasta llegar a mi glande. Cuando alcanzó la cima, abrió su boca y engulló mi pene, con una
    
    ansiedad que ...