1. Aun lo llaman sexo


    Fecha: 26/08/2022, Categorías: Jóvenes Autor: toulouse, Fuente: RelatosEróticos

    Esta historia que os vengo a relatar es escalofriante en un sentido algo distinto, va sobre lo que aun lo llaman sexo. Os prometo que os provocará algún que otro escalofrío conocerla, no por los hechos en sí, sino por lo que representa. Especialmente en su parte final. Porque realmente esta historia aún no ha ocurrido.
    
    Hablamos de un fin de semana cualquiera de 2033. En alguna localidad del territorio español. Los protagonistas quizás los puedas conocer o ser completos desconocidos. No tienen nada de especial y precisamente eso los hace únicos. Si hablamos de Álvaro, es un chico cis delgadito y alto, con el pelo castaño rizado corto. Ojos verdes, extrovertido y seductor pese a no tener una belleza espectacular. Sonia, por su parte es una chica cis, con una melena lisa de pelo negro. Unos ojos marrones muy redondos y un cuerpo normativo tirando a curvy. Irónica y muy inteligente. Ambos jóvenes universitarios.
    
    Tras un rato de intercambio de miradas, tanto Álvaro como Sonia se acercan para intercambiar sus códigos de móvil. En apenas unos segundos, sus dispositivos se sincronizan y aparece un match entre ambos. Son compatibles para tener algo más esa noche.
    
    Intercambian un par de pisco-mensajes por Neuralink. Rápidamente entre ambos aparece ese brillo en la mirada de quién se aparta del pub para buscar un lugar más discreto y dar rienda suelta a su imaginación.
    
    Mientras llegan a ese ansiado lugar, siguen conociéndose. En este caso hablando de forma más tradicional. Ya que el ambiente es menos ruidoso y se puede hablar mejor. Sus hormonas se van revolucionando a cada paso. Entre la conversación, van intercambiando fotos flash por Neuralink.
    
    Encuentran un lugar que puede ser adecuado para unir sus lujurias. Sus corazones se aceleran, sus pupilas se dilatan. Sonia saca del bolso un pequeño dispositivo con aspecto de diadema. Mira a Álvaro y lo busca con la mirada. Él le responde la mirada enseñando la funda en la que viene el condón envasado. Se acomodan en un rinconcito. Sentados en el suelo con la espalda apoyada en la pared, muy cerca uno del otro. Sentados a 90º.
    
    Con una habilidad pasmosa, deslizan sus pulgares por las brillantes pantallas de sus dispositivos móviles. Un juego de luces y sombras que refleja tímidamente en ese espacio oscuro. A cierta distancia, parecen reflejos espectrales agazapados. Sus respiraciones se agitan. Sus miradas se desencuentran aunque no se pierden de reojo. Los gemidos comienzan a sonar entre esas dos paredes. Se recolocan una y otra vez entre la pared y el suelo. Como si no encontraran la postura exacta. Comienzan a sudar, Sonia se intenta secar las manos en su ropa constantemente para no dejar de manipular la pantalla de su terminal. Álvaro la mira con la polla en erección, el condón puesto y la cara con la máxima expresión de placer.
    
    Sus ondas cerebrales comienzan a superponerse. Los picos de ondas Alfa, Beta y Gama son un popurrí, una montaña rusa muy activa y delirante. Una locura difícil de ...
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