1. Que caliente me pones, mi gordita Carlota


    Fecha: 26/08/2022, Categorías: Lesbianas Autor: Amor clandestino, Fuente: TodoRelatos

    Es de noche. Una fresca brisa de septiembre entra lentamente por mi ventana entreabierta.
    
    Me hallo tumbada en mi lecho.
    
    El calor de las sábanas y a la vez el frío que deja tu (aún) ausencia.
    
    Te echo de menos, Carlota.
    
    Hace ya una semana que el encuentro en el que nos conocimos finalizó y ya te echo de menos, Carlota.
    
    Mi cuerpo necesita el tuyo, Carlota.
    
    Te deseo como nunca he deseado y desearé a nadie, Carlota.
    
    Eres la mujer de mis sueños, Carlota.
    
    Te amo más que a mi vida, Carlota.
    
    Empiezo a pensar en ti y a deslizar sensualmente mi menudo cuerpo entre las sábanas. Mis delicados dedos de pianista van deslizándose suavemente mis pechos, acariciando mi esbelto abdomen, mi vientre, mi marcada pelvis, hasta llegar a mi monte de Venus. Y así de arriba a abajo... De abajo a arriba... Hasta que tengo una mano estimulando suavemente mi clítoris y otra mis pezones.
    
    PIENSO...
    
    En tu profunda y melancólica mirada de ojos cafés, aún más imponente detrás de tus grandes gafas de cristales rectangulares y montura azul marino. Cada vez que me hablas de las luces y sombras de tu paso por esta dura vida. Cuando haces más hincapié en tus sombras, se achica y acentúa esa tristeza y melancolía que tanto la caracteriza, hasta derramar amargas lágrimas. Cuando entras más en tus luces, se agranda y brilla en sobremanera, acompañada de una amplia y pura sonrisa. También una mirada sensual cuando intuyes mi mirada disimulada y nerviosa recorriendo sutilmente tus abundantes curvas mientras llevas poca ropa y luces tus calzados de plataforma y tacón y mientras me preguntas cómo te queda alguna prenda, seduciéndome sutilmente.
    
    En tu larga, lacia, castaña y bravía cabellera con un sensual flequillo recto. En como te sueles dirigir a mí con una sonrisa mientras te la decantas, moviéndola coquetamente cada vez que te vuelves hacia mí. En aquella vez que te abracé desde detrás estando ambas sentadas y mi olfato recorrió cada milímetro de ese largo sendero al paraíso.
    
    En tus carnosos labios. Deseo con todas mis fuerzas poseer la llave de ellos algún día.
    
    En tu tierna, hermosa y peculiar sonrisa llena de vida, que puedo recrear mientras de noche contemplo la luna en sus fases de cuarto creciente y menguante. Esa noble sonrisa, sin ninguna malícia. También sensual cuando me cazas mirándote disimuladamente con deseo y me susurras al oído palabras cariñosas seguidas de un beso en la mejilla.
    
    En tu piel de tonalidad lunar y de textura gruesa y áspera, muy blanquita pero a la vez con mucha tendencia a ruborizarse a la mínima de cambio y con sus imperfecciones debidas al acné que para nada quitan lo hermosa que eres. La caliente temperatura natural de tu piel. Recuerdo las últimas noches, ya más frescas, y aún más soplando la Tramontana, tus grandes manos con largos y gruesos dedos entibiando bien las mías, muy delgadas y con dedos de pianista, demasiado tendentes a destemplarse al mínimo soplo de aire frío. También cuando nos comparábamos ...
«1234»